Imagen de Amadeo Salvo.

Confieso que no soy un hombre de fútbol. Bueno, realmente ni de fútbol ni de ningún deporte profesional. Justamente por eso, supongo que merezco el mayor de los desprecios del presidente de la UD Ibiza, Amadeo Salvo. Es por eso que no voy a pronunciarme sobre ninguno de los aspectos de la polémica entre la UD Ibiza y el CD Ibiza, a cuenta del estadio municipal en el que debía celebrarse la eliminatoria de Copa del Rey entre el CD Ibiza y el Real Betis Balompié.

Pero sí que opinaré sobre la comparecencia telemática que en la mañana del mismo día en que se celebraba aquella eliminatoria, que acabó con victoria de los verdiblancos por 1-4, Amadeo Salvo protagonizó desde Valencia y que debemos calificar de vergonzosa.

Salvo estaba en su derecho de refutar los argumentos hechos públicos por el CD Ibiza, relativos a los obstáculos traídos para evitar que el encuentro se celebrase en el Estadio de Can Misses. Pero en un ejercicio incomprensible, aunque muy revelador, optó por invadir el espacio de la difamación gratuita, innecesaria y, sobre todo, contraproducente. Y no vale escudarse en los 4.400 abonados de la UD Ibiza, porque que se sepa, Salvo no les ha preguntado, ni ahora ni nunca, nada de nada; mucho menos si querían que el CD Ibiza disputase su eliminatoria de Copa del Rey contra el vigente campeón.

Salvo, que es un hombre de fútbol, posiblemente el único que hay en Ibiza, pudo tranquilamente haber dado a conocer sus argumentos sin caer en la descalificación, en el insulto y en la grandísima soberbia con que dio a entender que en Ibiza, el único que sabe algo de fútbol es él; y los demás, a callar. Pudo hacerlo al día siguiente de disputarse el encuentro, pero prefirió intentar acaparar todo el protagonismo que precisamente ese día le correspondía por méritos propios –deportivos, quiero decir– a su despreciado rival. Sólo este lamentable hecho retrata al personaje.

Las alusiones a la confidencialidad, teniendo en cuenta que lo que estaba en juego aquí era disputar un partido de fútbol en una instalación deportiva municipal, por más que entregada por el Ajuntament d’Eivissa a la UD Ibiza a través de un convenio, están fuera de lugar. Pero ya sabemos que, en materia de deporte profesional, donde se mueven tantos millones de euros, usualmente todo se hace por debajo de la mesa, bajo cuerda y sin la menor transparencia. Este caso no iba a ser diferente.

Dado que Amadeo Salvo admite que no se fía del CD Ibiza, es lógico que la desconfianza sea recíproca. Y partiendo de esta base, mejor hubiera sido hablar claro y afirmar que en ningún caso se estaba dispuesto a ceder el estadio a tan odiosos vecinos ibicencos. Pero eso sería hablar claro y ser sinceros, algo que en el fútbol actual, no cabe. Y que, además, los hombres de fútbol no hacen jamás.
Debe quedar claro que, excepto Amadeo Salvo, en Ibiza nadie sabe nada de fútbol; todo el mundo desconoce los principios esenciales de este turbio negocio (sí, negocio); y todo el mundo, excepto él mismo, miente y dice barbaridades. Aceptando esta premisa, asumiremos todos que la razón por la que el alcalde de Eivissa, Rafa Ruiz, no movió un dedo para que el encuentro entre el CD Ibiza y el Betis, se celebrase en el Estadio de Can Misses, se debe a que, en materia de fútbol profesional, Ruiz hace años que delegó sus competencias en Amadeo Salvo, quien las ejerce a capricho y conveniencia, sin rendir cuentas a nadie.

Pero lo peor no es la pasividad del primer edil de Vila, ni su sumisión a las órdenes y caprichos del propietario de un club de fútbol profesional. Lo más censurable es su falta de neutralidad en todo lo que tiene que ver con la UD Ibiza. Si su gran amigo José Hila, alcalde de Palma, mantuviese en público algún tipo de preferencia por uno de los dos equipos de la capital mallorquina, el RCD Mallorca o el CD Atlético Baleares, no podría ni salir a la calle. Se lo aseguro. Pero ahí está Ruiz, para quien no hay más equipo que la UD Ibiza, ni más hombre de fútbol en la isla que Amadeo Salvo.
Yo no sé qué está esperando Rafa Ruiz para ponerle al Estadio de Can Misses el nombre de quien de verdad manda: Estadio Amadeo Salvo. Todos aplaudiremos este colosal ejercicio de sinceridad.
Ánimo, alcalde. ¡Tú puedes!