La transformación de Sant Antoni. | Archivo

En los últimos años son muchos los empresarios ibicencos que han hecho importantes inversiones en sus establecimientos y negocios, lo que les ha permitido ofrecer un mejor servicio y de mayor calidad, alejándose del turismo de excesos.

Donde quizás se haya notado más esta transformación es en Sant Antoni de Portmany, un destino consolidado y que miles de turistas cada año eligen para disfrutar de sus vacaciones. Es cierto que aún queda mucho trabajo por hacer, porque sigue habiendo una oferta excesiva de alojamiento de baja calidad, pero el cambio es perceptible a simple vista.

La metamorfosis de Sant Antoni no se circunscribe al sector hotelero, sino que alcanza a la restauración y al ocio, sectores básicos para seguir creciendo en la calidad que se es capaz de ofrecer a quienes visitan el municipio. La lista de hoteles que han aumentado de categoría es extensa: Wi Ki Woo, Marfil, Sa Clau, Tropical, TRS Ibiza Hotel, Portmany, Piscis Park, etc. La oferta de restauración de calidad en Sant Antoni es sobresaliente. Es Tragón con su estrella Michelin, Restaurante 528, el japonés Okasan, el Chi Kee Wun o el Hostal La Torre, por citar algunos. Y a todo esto hay que sumar una oferta de ocio diurno y también nocturno de gran calidad.

Sin embargo, es de lamentar que los centenares de millones de euros invertidos por las empresas en mejorar la calidad de sus negocios, no estén siendo acompañados de una potente inyección de recursos públicos para adecuar el entorno a este nuevo turismo que se persigue. Porque de poco sirve que los empresarios hagan fuertes inversiones para modernizar sus establecimientos si las calles, avenidas, paseos y plazas no son adecuadamente embellecidas por parte de las distintas administraciones públicas. El esfuerzo debe ser conjunto, público y privado.