"Todo el pueblo se echa a la calle con la alegría del que sobrevive a las invasiones de piratas estivales (...)". | Arguiñe Escandón

Portmany siempre ha sido puerto refugio. El gran general cartaginés Aníbal Barca nació en Conejera y el hispano-flamenco emperador, Carlos V, tomó abrigo en San Antonio tras un desastre argelino en que no se atrevió a hacer caso a Hernán Cortés. El Portus Magnus abraza y celebra la vida. Por eso era oasis para Erroll Flynn, quien fondeaba su goleta Zaca al pie de Roca Baixa, trató en vano de quedarse con el loro del pintor Mariano Tur de Montis, y brindaba con vodka con pomelo tanto al amanecer como a la puesta de sol (es un gozoso cocktail de extremos luminosos).

El cañón de la iglesia sigue dando fe de un pasado marcial y hedonista, pues Eros y Tanatos van siempre de la mano. Tomo un aperitivo en Es Clot y bajo a la Flower Power que se celebra en las casetas inventadas por el sátiro de Benimussa. ¡Qué vibración más estupenda, muy superior a cualquier antro de clubbers electrónicos!

Where have all the flowers gone? Solo lo efímero permanece y dura, canta el poeta.
Entre vinos y carcajadas. confidencias y coqueteos, suena un mestizaje musical que mezcla a Nino Bravo con Manzanita y los Rolling Stones. ¡Qué gusto estar liberado de la dictadura electrónica y su robótico ritmo sieg hail! Todo el pueblo se echa a la calle con la alegría del que sobrevive a las invasiones de piratas estivales; peregrinan diversas gentes de todas las Pitiusas y allende los mares, y se monta un jolgorio formidable donde es un placer perderse entre máscaras floridas y un clásico y sabio Carpe Diem.