Estand de las Islas Baleares durante el segundo día de la 42ª edición de la Feria Internacional del Turismo, Fitur 2022, en Ifema Madrid, a 20 de enero de 2022, en Madrid. | Europa Press

Si usted, ciudadano de las Illes Balears, no ha estado nunca en la Feria de Turismo Fitur que estos días, como cada año por estas fechas, se celebra en Madrid, perdone que se lo diga, pero no es usted nadie. Es un cero a la izquierda o, como se solía decir, un ciudadano de a pie. Usted no pinta nada ni su opinión sobre algún asunto le importa a nadie. Usted, –como yo, que tampoco he acudido nunca a tan importante encuentro que ya se asemeja a la Asamblea General de las Naciones Unidas– sólo interesa cuando ha de depositar la papeleta electoral en unas elecciones, por lo usual cada cuatro años.

Fitur, sin embargo, es el centro del universo. Allí se congregan todos los hombres y mujeres que verdaderamente son alguien, de cuyo trabajo depende la prosperidad general de nuestra tierra, gente cuya opinión es auténticamente valiosa y que posee un criterio digno de tener en cuenta. Pero sucede que alrededor de estos prohombres, también se pueden observar gentes de todo pelaje y condición que, sin formar parte de la élite gobernante ni tener ninguna relación con el turismo, rodean a quienes deciden el destino de nuestra nación, de nuestra comunidad autónoma, de nuestra isla. Y es que declinar una invitación a Fitur no es algo que esté al alcance de todo el mundo, porque el ser humano es vanidoso y, a fin de cuentas, a todos nos gusta viajar, aunque la mayoría de los ciudadanos de a pie lo hagan por su propia cuenta y a su propia costa. En Fitur se suceden las presentaciones de campañas archiconocidas y los vídeos institucionales, muy bonitos, pero iguales año tras año. ¿Y el público? Las mismas autoridades, rodeadas de otros políticos y periodistas locales, con el mismo discurso que nos lleva al mismo lugar en el que estamos.