En ocasiones pienso que los dirigentes de Podemos aún padecen el sarampión de la juventud y por eso tiendo a no preocuparme por sus salidas de pata de banco. Pero también, de vez en cuando, me produce un estremecimiento que realmente defiendan un modelo de sociedad en la que, salvo ellos, que serían los que tendrían todo el poder, los demás nos convertiríamos en sus súbditos sin derecho siquiera a patalear.

Aún recuerdo la primera vez que visite la Unión Soviética, una potencia que, secuestrada la libertad y con la economía en las manos absolutas del Estado, había producido un monstruo. Vamos, que la realidad es la realidad y la realidad es que aquel sistema que mantenía en sus manos las riendas de la economía fue un absoluto fracaso.

No obstante va de suyo que el Estado, a través de instituciones democráticas tiene que regular las reglas del juego de la economía, para evitar desajustes y desigualdades.
Pero dicho esto pienso que los ataques de sal gruesa desde Podemos a los emprezarios son de asamblea de facultad. Es decir, se puede y se debe criticar a los empresarios cuando estos no cumplen con sus obligaciones con sus empleados y con la sociedad, pero considerar que los empresarios son el enemigo por el hecho de ser empresarios denota unos prejuicios que deberían de estar superados sobre todo cuando ya se ha adquirido cierta experiencia política.

Claro que hay empresarios que explotan a sus trabajadores. Pero también hay empresarios que no lo hacen. Criminalizar a un empresario por el hecho de serlo, acusarlos de que se están «forrando» mientras la gente lo pasa mal, es un análisis burdo de la realidad. Evidentemente, quiEn pone un negocio, para empezar se está jugando su dinero, el que tiene o el que ha tenido que pedir prestado a un banco. Si hace las cosas bien no solo obtendrá un beneficio legítimo sino que habrá creado riqueza para los demás a través de puestos de trabajo. Y en nuestro país hay empresarios que cumplen con la función social de crear riqueza y empleo.

Pero en Podemos le tienen tirria a los grandes empresarios de nuestro país, entre los que hay de todo como en botica. Pero,¿qué pasaría si cualquiera de esos grandes empresarios que, evidentemente han ganado muchísimo dinero y son millonarios pero siguen manteniendo sus negocios, decidieran darlos cerrojazo y vivir de las rentas? Pues lo que sucedería es que miles de trabajadores se quedarían en el paro. Dirán que el Estado se podría hacer cargo de esas empresas y ya les digo que si lo hiciera sería un fracaso, como lo fue en los antiguos países comunistas.

Vaya por delante que creo en la necesidad de que tengamos un sistema público potente en áreas como sanidad, educación, pensiones, e incluso medios de comunicación, pero nada más. Pero no necesitamos empresas públicas que vendan batas de guatiné o chorizo de cantimpalos.
La verdad es que no parece un Gobierno serio el que se dedica a señalar con nombre y apellidos a determinados empresarios acusandoles prácticamente de ser enemigos del pueblo. En fin, pero así llevamos toda la legislatura. Esperemos que cuando Pedro Sánchez se vuelva a presentar a las elecciones no nos cuente el cuento de que no quiere gobernar con Podemos porque eso le quitaría el sueño, porque la verdad sea dicha su gobierno, este, es el que viene quitando el sueño a buena parte de la sociedad.