Una imagen del pleno del Consell. | Daniel Espinosa

Es sabido que los plenos del Consell y del resto de administraciones son soporíferos y tan sólo interesan a los actores presentes en ellos, pero basta hacer un rápido repaso para darse cuenta que hay clases de políticos y políticos con clase. Entre los primeros, se encuentra la clase de vividor sin cabida en el mercado laboral que pulula por las administraciones sin aportar nada más que su ignorancia; es el caso del socialista Vicent Torres. Entre los segundos, podemos encontrar algunos ejemplares de políticos con formación, conocimiento de las áreas que gestionan y que acuden a los plenos con los deberes hechos, aportando datos y propuestas con fundamento jurídico y técnico; es el caso de Mariano Juan.

Ayer el Consell aprobó iniciar el camino para limitar la entrada de vehículos a Ibiza, una medida necesaria y que no debe demorarse. Es el primer paso para empezar la inaplazable reducción de la presión demográfica sobre la isla, siguiendo la estela de nuestra vecina Formentera. En un arrebato de simplona incongruencia, los socialistas criticaron lo que en Formentera promueven, quedándose solos al no votar a favor de dicha medida. Su portavoz disponía desde julio la propuesta elaborada por los servicios jurídicos de la casa, pero en lugar de trabajar formulando alegaciones o sugerencias y dignificar los más de 50.000€ que cobra, Vicent Torres decidió que era mejor acudir al pleno de enero con las manos vacías y la boca llena de diatribas. Dejando a un lado los lactantes enchufados a la teta de lo público, lo cierto es que ambos polos del eje político han entendido que Ibiza no aguanta más masificación. Es momento de curar las heridas de los excesos, prevenir la saturación y apostar por una fórmula que combine progreso económico y calidad de vida.