"Forma parte del saber popular que los fantasmas tienen predilección por los pasillos, sobre todo si son largos, numerosos y con muchas puertas y recodos." | Pixabay

Forma parte del saber popular que los fantasmas tienen predilección por los pasillos, sobre todo si son largos, numerosos y con muchas puertas y recodos, como los de hoteles, organismos oficiales o sanatorios. Hasta los niños pequeños, que aún desconocen a los fantasmas, se inquietan y asustan sin saber por qué en uno de esos pasillos, y normalmente hay que cogerlos en brazos. Pero también los pasillos domésticos, que en materia de tales no son gran cosa, se ven afectados por el fenómeno, ya que cuando se dice que los fantasmas prefieren los pasillos, nadie hace distinciones. Esto es muy extraño, pues rara vez se han visto fantasmas en un pasillo, por no decir nunca, y ni siquiera los más experimentados parapsicólogos tienen constancia de ello.

Explican estos eruditos en fantasmología, cuyos círculos más selectos frecuenté hasta que me expulsaron por sabelotodo, que esto se debe a que en casi todos los pasillos, sean hogareños, ministeriales, hoteleros o sólo arquitectónicos (qué hallazgo nefasto, el pasillo), numerosas personas sienten de inmediato un malestar y un escalofrío, como si la temperatura hubiese descendido entre cuatro o siete grados, y perciben que ahí hay algo muy maligno y misterioso. Algo que sin embargo no está ahí, ni se aparece nunca, que es lo que lo hace tan angustioso. Ya que si no está ahí, ¿dónde está el jodido fantasma? ¿Qué pretende? ¿Dónde se oculta? Quizá en las escaleras, otro lugar ominoso donde nunca se ven fantasmas, pero arrastra la mala fama espectral. En un recodo no; de los monstruos de recodo ya hemos hablado, y no tienen nada que ver.

Pero ese fantasma... Es la razón de que entre los expertos en asuntos esotéricos, a los fantasmas que no están ahí, pero se presienten, se huelen y asustan más que si estuviesen, se les conozca genéricamente como fantasmas de pasillo. No hagan caso del tecnicismo. Por definición, si un fantasma no se ve, es siempre mucho más real y peligroso que los que aparecen flotando a un palmo del suelo para decir cuatro chorradas psicoanalíticas. El fantasma que no está es el más pavoroso, y casi siempre suele no estar, pero de forma opresiva, en el pasillo. Nada de bromas con el fantasma de pasillo.