La humildad | Pixabay

Hace ya unos días una de mis hijas salía de un partido deportivo con una expresión triste en su cara, rápidamente le pregunté si estaba así porque habían perdido y ella me contestó: -»¡Que vá! Eso no importa, lo que pasa es que un jugador del otro equipo no paraba de chulearse de nosotras...» Quizás hasta este momento estaba más preparado para gestionar con ella la derrota, con argumentos comunes como lo importante es participar, ser un equipo y divertirse, y no tanto, para hacer frente a una situación de poca humildad por parte del vencedor. Es verdad que las personas humildes son una excepción, dado que este tipo de comportamiento no suele generar o reportar beneficios personales en una sociedad donde prima más el éxito individual o la capacidad de venderse bien. La humildad es una tendencia a la baja. Aún así, es muy necesario educar a los menores en este tipo de comportamiento dado que es un eje del funcionamiento en sociedad y a nivel individual les ayudará a superar muchas de las adversidades con las que se tendrán que enfrentar.

Para fomentar el comportamiento humilde sería bueno incidir en algunos aspectos de la conducta de nuestros hijos y ser un ejemplo como padres. En primer lugar, establecer el valor del esfuerzo, no depender de otros o de privilegios para conseguir sus metas. Inculcando la actitud de ayuda para colaborar con los demás. En segundo lugar, dar una importancia ajustada a sus virtudes, si el menor tiende a magnificar sus habilidades, también tenderá a sobrevalorar sus incapacidades y esto podrá generar problemas de autoestima. En tercer lugar, ajustar el placer de superar a los demás, no se trata de generar rechazo a la competitividad, ya que si es sana será importante como eje de superación, pero el hecho de depender de la comparación con otras personas para obtener éxito afectará también a su nivel de autoestima. Y en cuarto lugar, gestionar la falta de atención, no es cuestión de ser introvertido o extrovertido, aprender a que para sentirse bien no es necesario ser el protagonista y que también se puede ser feliz en un segundo plano.

La humildad tiene su reflejo en la autoestima sana, sentirse bien con uno mismo sin necesidad de obtener el reconocimiento continuo de los demás, sin buscar la comparación o competición con el resto. Hacer las cosas como elemento de gratificación personal y ofrecer ayuda a quien lo requiera, son características esenciales de humildad y muy necesarias para cultivar en estos tiempos.