La secretaria de Estado de Igualdad y contra la Violencia de Género, Ángela Rodríguez. | Eduardo Parra - Europa Press

En un alarde de paternalismo, el Gobierno ha aprobado una Ley de paridad para garantizar que las empresas coloquen a mujeres en sus órganos de dirección, no por su valía, experiencia o talento, sino por su sexo. No hay mayor insulto que decirle a una mujer que está en un gobierno, en un consejo de administración o en una lista electoral simplemente para cumplir con el cupo que marca la Ley, en lugar de colocar a las mejores, sean del sexo que sean. Por suerte, con la nueva Ley Trans, bastará con decir «hoy me siento mujer» cual anuncio de compresas, para sortear este escollo legislativo.

Este es tan sólo un absurdo intento de camuflar el fiasco de su legislación presuntamente feminista que ya ha beneficiado a más de 732 delincuentes sexuales y que ha dilapidado el entendimiento en un gobierno roto y desaguisado que bordea el precipicio del adelanto electoral. Con un presupuesto de 573 millones de euros, el Ministerio de Igualdad que dirige la desautorizada Irene Montero ha conseguido liberar a agresores sexuales, dividir al feminismo y colocar a todo su séquito de compañeres para que, en el calor del sueldo público, se refugien del frío del mercado laboral. Avanzamos como vaca sin cencerro hacia una sociedad embobecida, débil y esclava de sus prejuicios y sus debilidades.

Sin experiencia laboral conocida y con un sueldo de 123.694€, la Secretaria de Estado de Igualdad, Ángela Rodríguez Pam, publicó un vídeo en el que aparecía sonriente con unes amigues que gritaban embravuconadas «qué pena me da que la madre de Abascal no pudiera abortar». Esta caricatura macabra de lo que fue el PSOE tragará con todo porque más allá de aullidos, propaganda, nepotismo, mentiras y errores, en este Gobierno ya no queda más que el vacío moral e intelectual.