Exterior del Palacio de Congresos de Ibiza. | Daniel Espinosa

En un famoso episodio de Los Simpsons, la ciudad de la familia amarilla, Springfield recibe 3 millones de dólares de una sanción al señor Burns por verter residuos nucleares en un parque. Ante tal ingreso extraordinario los vecinos en asamblea debaten sobre el destino del dinero. Cuando parece que se ha tomado la decisión de arreglar la calle principal que se encuentra en un estado lamentable, un carismático comercial logra convencer a los ingenuos habitantes de la ciudad, canción mediante, de que el mejor uso de ese dinero es un tren monorraíl que no necesitan para nada. La cosa acaba en desastre y el monorraíl se convierte en una más de la larga lista de inversiones ruinosas de Springfield.

Fuera de Los Simpsons, en unas instituciones con recursos limitados, también una de las mayores responsabilidades que tienen los políticos es decidir a qué se destina el dinero del contribuyente y, especialmente, a que no. Cuidar que el dinero de todos se destine a aquello que sea más necesario, que beneficie a un mayor porcentaje de la población y a aquellos que más lo necesitan.

Estas pasadas semanas hemos podido leer como se anunciaba que el Ayuntamiento de Santa Eulària, el Consell y el Govern van a financiar los 20 millones de euros que cuesta la segunda fase del Palau de Congressos. Evidentemente, tal anuncio ha ido acompañado de las clásicas justificaciones del proyecto en base a sus bondades: la sostenibilidad, la desestacionalización, el turismo de calidad (entendiendo calidad en cuanto al tamaño de la cartera del turista) y el apoyo del sector.

Veinte millones son muchos millones. Es tentador utilizarlos en una inversión que, en otras circunstancias, sería inviable. Y más cuando buena parte proviene de otras instituciones. Pero como responsables políticos hay que preguntarse si esa obra es el mejor destino de ese dinero y a quién se beneficia. Lo cierto es que el Palau de Congressos no es necesario ni tendrá el efecto que nos venden.

Por un lado, su única pretendida utilidad es acoger aquellos congresos que actualmente no se pueden realizar en la primera fase, los de gran tamaño. Pero lo cierto es que no hay una gran demanda para realizar estos eventos en la isla. Aún con la segunda fase construida y funcionando a pleno rendimiento, la mayor parte de la actividad del Palau serán los eventos que ya se pueden realizar en las actuales instalaciones.

Un símil sencillo, un club de fútbol con una asistencia media al estadio de 5.000 aficionados no se plantearía invertir en ampliar su estadio a 20.000 asientos solo porque, quizás, algún día, jugará un partido de Copa contra Barça o Madrid.

Sobre la pretendida desestacionalización, el Palau de Congressos de Palma, mucho más grande que el proyectado en Santa Eulària, en una isla mucho más poblada y mejor conectada todo el año, solo generó 35.000 pernoctaciones en la planta hotelera de la ciudad en el año 2022 (37.000 en 2019). Por poner en contexto, Eivissa y Formentera tuvieron más de 18 millones de pernoctaciones en 2019 y 2022. Pensar que las cifras que podría generar el Palau de Congressos de Santa Eulària (que serán bastante menores que la de Palma) tendrán un efecto reseñable en nuestro modelo turístico es autoengañarse. De hecho, y volviendo a Palma, más de la mitad de su actividad fueron eventos locales.

Además la isla no necesita más turistas. Aunque la desestacionalización es un objetivo loable, no se puede plantear el aumento de turistas en los extremos de la temporada sin planificar la reducción de su número en julio y agosto. No tenemos ni siquiera el personal para atender a nuestro actual flujo de visitantes.

Evidentemente, el sector hotelero está encantado con la inversión. Es una infraestructura que solo les beneficia a ellos, pero cuyo coste y riesgo asumirá íntegramente la Administración. Lo cierto es que pese a las buenas palabras de todos los miembros del Ibiza Convention Bureau, ninguna de sus más de 100 empresas tuvo el menor interés en poner ni un euro durante todo el tiempo que estuvo el Ayuntamiento clamando por una colaboración público-privada para llevar adelante el proyecto.

El dinero que pongan Ajuntament, Consell y Govern en esta infraestructura será la mayor inversión que hagan las tres instituciones en nuestro municipio en mucho tiempo. Más nos valdría a los vecinos que ese dinero se destinase a necesidades reales como vivienda pública, la nueva estación de autobuses o las infraestructuras educativas que necesitamos. Que sean aquellos que se beneficiarán del Palau de Congressos los que lleven adelante el proyecto.

Que se lo paguen ellos.