Imagen de archivo de la fachada de Can Botino. | Daniel Espinosa

Quedan dos meses para que acabe la legislatura y en el balance de logros de la camarilla de can Botino la cosa no puede pintar bien. De ahí debe venir lo de amenazar con el casposo argumento de «que viene la extrema derecha» para intentar salvar los muebles en las urnas el próximo 28 de mayo. Pero la realidad es que cuando ves temas como la chapuza del caso Puertos, en su vertiente ibicenca, solo puedes echarte las manos a la cabeza y lamentar que la cosa pública, en esta ciudad, esté en manos o de ineptos, o de vagos, o de liantes. O de las tres cosas a la vez, que tampoco sería tan raro.

Entre otras cosas, ha quedado claro que la diputada en el Congreso Sofía Hernanz sirve únicamente para sentarse al lado de Pedro Sánchez. Ni siquiera los suyos saben quién es o, lo que es peor, para qué sirve. También ha quedado claro que el PSIB y la FSE-PSOE tienen un nulo peso en Madrid. Porque, si allí tuvieran algún tipo de influencia, no les hubiera costado nada convencer al Gobierno de la necesidad de modificar la ley para que clubes como el Náutico de Ibiza quedaran fuera del alcance de los depredadores.

Si no han sido capaces de resolver esto, ¿por qué creer que realmente tienen la intención de arreglar el problema de la vivienda? Si dices una cosa pero tus hechos facilitan la contraria, ¿por qué creer que socialistas y podemitas en Ibiza están de verdad por solventar la imposibilidad de acceder a una casa a un precio razonable? La realidad es que lo único que han hecho en estos años ha sido dar luz verde a los millonarios y, a cambio, vendernos como un gran logro los miserables 87 pisos de protección oficial. Ante este panorama, habrá que decir como el Pisha de can Botino: «¡Paso!».