La interventora del Consell de Ibiza en los Juzgados. | ARGUI ESCANDON

Cuando un proceso judicial se convierte en un auténtico circo de tres pistas, con sus enanos, sus payasos, sus malabaristas, sus magos y su mujer barbuda, cualquier cosa puede pasar. Pero mejor sería que un juez no consienta jamás que se le desmadre el personal y que crean que pueden usar el juzgado como si aquello fuese la casa de tócame Roque. Lo que presenciamos el pasado viernes en la sede judicial de Eivissa es peor que esperpéntico. Con el abogado mallorquín de la interventora del Consell d’Eivissa pidiendo una orden de alejamiento «aunque sabemos que no nos la van a dar» Con esa pinta de personaje de Martínez el Facha, que uno no sabe bien si es un letrado colegiado o un candidato de Falange. Debemos confiar en que el juez instructor sepa imponer su autoridad y corte de raíz todo este teatro, porque la causa está degenerando a marchas forzadas.

La interventora está fatal. Sufre un trastorno, que es lo mismo que estar trastornada. Tiene ataques de ansiedad y soriasis, lo que le obliga a seguir un tratamiento psiquiátrico. Pero no está de baja, lo cual es inexplicable porque si el origen de su trastorno está precisamente en su lugar de trabajo, ¿qué hace que no está de baja? Pues una de dos, o porque no está tan mal como dice su abogado, a quien tampoco podemos tomar muy en serio porque la actuación que protagonizó el viernes fue deplorable, o porque ir a trabajar le viene de perlas para alimentar el cuento. El PSOE está personado como acusación popular, lo que multiplica la dimensión circense del caso. Todo es un teatro que ríete tú de Lope de Vega. El PSOE y los abogados van con todo a por Vicent Marí. Son los trapecistas de este circo infumable. Pero cuidado que como tengan un traspiés, se van a pegar un tortazo descomunal.