Actuación en la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de Invierno Vancouver 2010. | DAVID GRAY

Con unos 60.000 'alces humanos' y hasta un cómico baile de los miembros de su Policía Montada, el anfitrión de los Juegos Olímpicos de Invierno describió lo que significa ser canadiense en la ceremonia de clausura de Vancouver 2010.

Tras siete años de trabajo para 17 días de Juegos, Canadá respiró aliviado y llenó de humor una ceremonia de clausura en la que actores famosos hablaron del orgullo de la gente que sabe «cómo hacer el amor en una canoa» y se disculparon por ganar medallas de oro.

El aporte espoañol

La catalana Queralt Castellet, duodécima en la prueba de 'half-pipe' de snowboard, la andaluza Carolina Ruiz, decimoquinta en descenso de esquí alpino, y el madrileño Javier Fernández, decimocuarto en patinaje artístico, fueron los únicos españoles en los Juegos de Vancouver 2010 que se clasificaron entre los primeros quince en sus competiciones.

Quitando estos resultados y la buena imagen que dieron la otra joven patinadora artística, la canaria afincada en Madrid Sonia Lafuente, y el piloto catalán de skeleton Ander Mirambell -ambos de la Federación Española de Deportes de Hielo (FEDH), creada hace cuatro años-, del resto de los españoles poco se puede destacar.

Salvo que la andaluza Maria José Rienda -después de estar tres temporadas prácticamente parada a causa de dos graves lesiones y que llegaba sin posibilidades de éxito- pudo celebrar en Vancouver su quinta comparecencia olímpica.

Rienda, la española con más victorias en la Copa del Mundo de esquí alpino (seis), acabó el gigante en el puesto 38 y -después de haberlo sido en los Juegos de Lillehammer'94 (Noruega), Nagano'98 (Japón), Salt Lake City'02 (EEUU) y Turín'06 (Italia)- fue olímpica por quinta vez en Vancouver.

Entró de esta forma en un selecto club integrado por sólo catorce deportistas españoles, superados sólo por el dúo con seis intervenciones olímpicas que forman el waterpolista Manel Estiarte y el jinete Luis Alvarez Cervera.

Queralt Castellet, abanderada del equipo español en la Ceremonia de Apertura -otra catalana, la fondista debutante Laura Orgue lo fue en la de Clausura-, estuvo a punto de dar la campanada en el 'half-pipe' de Cypress Mountain, sede de las pruebas de snowboard.

Castellet se clasificó para la final de la prueba con la tercera mejor puntuación de la treintena de participantes en la prueba, pero se golpeó la cabeza mientras se ejercitaba justo antes de que arrancase la repesca, en la que ella no participaba.

La barcelonesa quedó inconsciente durante unos instantes y, por precaución, los jueces no sólo la impidieron tomar la salida en la final, sino que, a instancias de los médicos, acabó ingresada en el Hospital General de Vancouver, donde pasó la noche en observación.

Ella y su nuevo entrenador intentaron en balde frenar la ambulancia que la trasladó finalmente al citado sanatorio, en un intento desesperado de que la dejasen quedarse y competir.

Al haberse ganado el derecho a disputar la final de las mejores doce -seis directamente, como ella; y otras tantas, en la repesca-, Castellet entró en la clasificación final, en duodécimo lugar.

Queralt, que a sus 20 años intervenía por segunda vez en unos Juegos, tiene mucho tiempo por delante para buscar de nuevo una medalla olímpica. Y también para analizar, si lo estima oportuno, algunas de sus acciones, que mantuvieron ocupados a los dirigentes de la Real Federación Española de Deportes de Invierno (RFEDI) y del Comité Olímpico Español (COE) durante su estancia en Vancouver.

Aparte, la abanderada del equipo español fue la única de los 18 deportistas que compitieron en la Columbia Británica que, a instancias de su técnico, no quiso efectuar nunca declaraciones durante los Juegos a los escasos medios de comunicación que se trasladaron de España a Canadá para cubrir la información olímpica.

Javier Fernández, de 18 años, tuvo una actuación más que meritoria, al acabar decimocuarto en patinaje artístico y abrió, de esa forma las puertas a la esperanza en este deporte, en el que también dio la talla Sonia Lafuente, asimismo de esa edad.

Carolina Ruiz obtuvo con su decimoquinto en descenso, el mejor puesto en el esquí alpino, que se disputó en Whistler. Caro también fue la 18 en 'súper' y la debutante catalana Andrea Jardí no acabó ninguna de las tres pruebas disputadas. El vasco Paul de la Cuesta fue 32 en gigante y el catalán Ferrán Terra, 27 en descenso.

En fondo, el mejor resultado lo logró Laura Orgue, que fue la 27 en la persecución, prueba en la que en hombres otro catalán, Vicenc Vilarrubla, fue trigésimo primero, idéntico puesto que logró en el esquí-cross, especialidad del esquí acrobático que debutaba en Juegos, la aragonesa de Sierra Nevada Rocío Delgado.