La primavera ya está aquí y, con ello, sabores característicos de estas fechas. En las Baleares, estos vienen marcados por el kilómetro 0, autenticidad y la sostenibilidad en la elaboración de productos tan característicos como imprescindibles en un viaje por el archipiélago y su esencia. Del mar o de la tierra, directamente a la mesa, a continuación, una guía para degustar las islas con toques primaverales.
Característicos son los almendros en flor en Mallorca. Además del espectáculo visual, el fruto de estos árboles comienza a utilizarse en repostería y platos tradicionales. Y es que la leche de almendra es un ingrediente esencial en la gastronomía de la isla, utilizada en bebidas refrescantes o postres como el gató de almendra, un bizcocho esponjoso que se acompaña con helado de este mismo fruto.
Uno de los sabores que no pueden faltar en la mayor de las islas es la sobrasada, que también se disfruta en esta época en diferentes versiones, ya sea untada en pan, acompañada de miel o como parte de recetas saladas.
En Sóller, la ensalada de naranjas con aceitunas y cebolleta es una receta típica que resalta los cítricos locales, mientras que en la zona de Pollença y Alcúdia, los guisos con cordero de pasto comienzan a tomar protagonismo en la gastronomía de esta temporada.
Los aromas del campo ibicenco impregnan la cocina local de hierbas silvestres como el romero y el tomillo. Estos ingredientes no solo se utilizan en los fogones, sino que son esenciales para la elaboración de las tradicionales Hierbas Ibicencas, un licor digestivo que refleja la esencia de la isla.
Además, la llegada de los primeros quesos frescos marca la temporada del flaó, un postre elaborado con queso y hierbabuena que se ha convertido en un referente de la repostería local. En los mercados de Las Dalias y Sant Joan, es posible encontrar estas recetas, así como productos autóctonos como miel, frutos secos y pan artesanal con higos.
El mar sigue siendo un pilar fundamental de la cocina ibicenca. En Santa Eulària y Sant Antoni, los pescados frescos se convierten en el ingrediente principal en recetas como el bullit de peix, un guiso que combina pescado con patatas y alioli.
Los primeros días cálidos marcan un hito culinario en Menorca: el inicio de la temporada de la langosta, uno de los productos estrella de la isla y protagonista de la emblemática caldereta, un guiso marinero elaborado con pescados y mariscos locales.
Pero no todo se queda en el mar. En el campo menorquín se cultivan productos de gran calidad, como el aceite de oliva y las verduras, ingredientes clave de platos como el oliaigua, una sopa tradicional elaborada a base de tomate, pimiento, ajo y pan. También en esta época los quesos de Mahón se encuentran en su versión más tierna, aportando una textura cremosa y un sabor delicado que se puede degustar en los mercados de Ciutadella y Mahón.
La gastronomía de Formentera está profundamente ligada a su tradición marinera y a la agricultura de secano. En la costa, pescados como la raya o el pargo son el producto principal de platos sencillos como el peix sec, un pescado secado al sol que se desmenuza sobre ensaladas o se integra en arroces tradicionales. La frita de pulpo, un sofrito con cebolla y pimientos, es otro de los platos emblemáticos que destacan en esta época del año, junto con el sofrit pagès, un guiso contundente que combina carne, embutidos y patatas, reflejando la cocina más tradicional.
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