La obra ‘¿Qué vestido me pongo?’, un viaje hacia la identidad femenina

El grupo de teatro y danza del Espai Jove de Sant Antoni presentó una obra creada a partir de improvisaciones

Un instante durante la actuación. | N.S.

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Este martes, el grupo de danza y teatro del Espai Jove de Sant Antoni presentó en el IES Quartó de Portmany la obra ‘¿Qué vestido me pongo?’. En apenas 25 minutos de duración, cinco jóvenes reflexionaron sobre las identidades femeninas y las emociones de la adolescencia.

La pieza no partió de un texto escrito, sino de la improvisación. Inés Sarmiento, profesora del taller, que está dirigido a jóvenes de entre 11 y 17 años, explicó que su metodología comienza por el cuerpo y la emoción, dejando que la palabra aparezca más adelante.

El hilo conductor fue el vestido, como símbolo de género, de pertenencia y de imposiciones sociales. A través de cambios de ropa en escena, las actrices representaron distintas formas de ser mujer, o de no encajar en ninguna. Una joven cuenta que con la llegada de la regla en su cultura se le exige cubrirse, y su abuela aún guarda el pañuelo con su primera sangre. Otra decide llamar la atención con faldas cortas y videos virales. También aparecen la chica tímida, la que ya no puede ser infantil porque ha entrado en la secundaria, o aquella que intenta hacer amistades, pero no quieren su amistad.

Una de las escenas más simbólicas surgió de una improvisación inicial: las protagonistas encuentran una caja con una cuerda enredada, y al comenzar a desenredarla acaban agobiándose. La metáfora de la identidad como algo complejo.

La obra ‘¿Qué vestido me pongo?’, un viaje hacia la identidad femenina
Los asistentes prestan atención a la obra.

«Carne, huesos, piel, músculos, órganos. Si nos cortamos, todos sangramos igual», se escuchaba al final de la obra. «Lo que de verdad importa es que todos somos personas», finalizaba. Así, la obra acabó con un mensaje que va más allá del género o la apariencia, y que aboga por la empatía, el respeto y la diversidad.

Después de la función, tanto la directora como las jóvenes compartieron sus experiencias. Varias reconocieron que no se identificaban del todo con sus personajes, pero sí con algunas de las situaciones representadas. Destacaron también lo importante que fue trabajar desde el juego y el respeto mutuo.

Inés subrayó que el proceso creativo es una parte esencial para conseguir este resultado: «La palabra y el movimiento son extensiones de la emoción. Lo importante es trabajar desde ahí». También planteó una reflexión abierta sobre la escasa participación masculina en este tipo de propuestas y la necesidad de romper estereotipos en torno a la expresión emocional.