Bares de siempre de Ibiza y Formentera: «El resurgir» del bar Roberto

El bar Roberto, ha comenzado una nueva etapa 35 años después de su inauguración

El Roberto nuevo ha querido homenajear tanto al fundador del establecimiento como a la cultura popular ibicenca con una pintura de una caricatura a medio camino entre Roberto t XXX que luce en el salón del bar donde exclama la expresión ibicenca ‘A carai, això es mel!’ | Foto: Toni P.

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El 10 de mayo de 1990, Roberto Roig Armengou abría su propio establecimiento el mismo día de su 44º aniversario. «Todavía estaban construyendo los adosados que hay aquí detrás y los primeros clientes que tuve eran los obreros», recuerda Roig respecto a los inicios del bar al que puso su nombre, en la calle des Polls, la que une Sant Jordi con Platja d’en Bossa y que pronto pasaría a conocerse como la ‘calle del Roberto’.

Así, el hostelero puso en práctica su experiencia en el sector, tanto la adquirida en su Lérida natal como la que desarrolló en Ibiza a partir de los años 70, en bares tan emblemáticos como ‘Los Amigos’, el Escandell de ses Figueretes o el Leopoldo’s de es Viver.

Trabajo y confianza

«Llegaba al bar a las cinco de la madrugada y, a la hora de abrir, a las seis, ya tenía 14 o 15 tapas preparadas», recuerda Roberto. Una etapa en la que él mismo se encargaba de la cocina y de la barra con la ayuda de Antonio y Vicente. «El bar tenía seis trabajadores, porque yo hacía el trabajo de cuatro», añade Roberto con humor sobre una época en la que «muchas veces, ni siquiera llegábamos a cerrar el bar por la noche. Para descansar, me iba a dormir al mediodía, de cuatro a siete y, si podía, dormía otro rato al cerrar el bar».

Entre la oferta de la primera época del Roberto, su responsable destaca «las tortillas de patatas, de espinacas o de berenjenas, además de las albóndigas, el pulpo a la gallega, la frita de pulpo… todo tipo de tapas caseras». En un barrio recién construido, Roberto no tardó en ganarse la confianza del vecindario: «Éramos todos nuevos y enseguida congeniamos todos. Somos todos gente trabajadora y normal», por lo que, tal como asegura el veterano hostelero, «siempre mantuve la clientela de toda la vida, que enseguida se convirtió en más amigos que clientes».

Respecto al buen ambiente que siempre se vivió en el Roberto, su responsable recuerda «los tiempos del Canal+, cuando echaban los partidos y poníamos dos televisiones, una para los seguidores del Madrid y otra para los del Barça. El bar se llenaba hasta arriba».

Evolución

El trabajo y el éxito del negocio llevaron a Roberto a poder hacerse con los locales contiguos para abrir una librería que también llevaría el nombre de Roberto. Un negocio que gestionaría su esposa y donde él mismo se mudó más de una década después de haber puesto en marcha su propio bar. «Entonces alquilé el local, primero a Mariano y después a Santi, que le cambió el nombre de bar Roberto a bar Santi, ¡menudo cabreo me llevé!», explica Roberto entre risas, mientras asegura con cierta satisfacción que «la gente siguió llamándolo Roberto».

Tras la etapa de Santi, el empresario Tito Vilás fue quien se hizo con la gestión del bar hasta que «en diciembre de 2023 cerraron por reformas durante supuestamente un mes, pero ya no volvieron a abrir», asegura Roberto, que recuerda que «todo el vecindario se enfadó mucho. Cuando el bar está cerrado, esta zona se queda muy solitaria».

El regreso del Roberto

«Un día paseaba por aquí delante con mi marido, Patricio, y vimos que se traspasaba el local. Llamamos enseguida y fue todo muy fácil», explica Ana Balseca, que, junto al apoyo financiero de su socio y marido, Patricio Suárez, y de su suegro, Ramón, en la cocina, gestiona el nuevo Roberto desde octubre de 2024.

«Desde el principio siempre quisimos mantener la esencia y la personalidad del bar de siempre», asegura Ana, para argumentar que «lo primero que hicimos fue recuperar el nombre original del bar; por lo demás, solo le hicimos un ‘lavado de cara’ para darle más luminosidad».

«Aunque el bar es antiguo, nosotros somos nuevos», admite Balseca para explicar que la acogida de esta nueva etapa del Roberto en el barrio «ha sido ascendente» desde su llegada.

«En el bar Roberto, siempre que se han hecho bien las cosas, las cosas han ido bien», añade el fundador del bar, para poner en valor el trabajo y el buen hacer de la nueva gestión del negocio, que «está recuperando la clientela de toda la vida y, además, está ganando gente nueva: estoy contento y orgulloso de que el bar esté en tan buenas manos».

Fórmula de éxito

Tal como reconocen Ana y Ramón, la fórmula de su negocio es tan sencilla como «comida casera a buen precio». De manera que la oferta de su establecimiento se basa en «tapas caseras y tradicionales —no tenemos nada congelado—, hamburguesas o bocadillos como el de carne asada, al que le damos una vuelta añadiendo cebolla caramelizada y queso manchego para darle nuestra propia personalidad», tal como describe Suárez antes de añadir que «cada día hacemos un guiso distinto para el menú del día».

Entre los retos de la nueva etapa del Roberto se encuentra, cómo no, «lo difícil que es encontrar personal», tal como admite Ana, que cuenta con nueve personas en el negocio. Entre el personal del Roberto nuevo, sus responsables destacan la ayuda de Cecilia, de Cristina o de Jose, «a quien recuperamos, ya que estuvo trabajando aquí desde la época de Mariano».

Clientela

«Cuando estábamos preparando para abrir, la gente no dejaba de preguntarnos cuándo nos poníamos en marcha», asegura Ana en relación a las expectativas que surgieron en el vecindario ante la apertura del bar del barrio. «Solía venir bastante cuando estaba el antiguo Roberto y ahora he vuelto a venir habitualmente», explica Carlos. Su compañero de mesa, Johnatan, reconoce que «hasta ahora no me había llamado la atención, vengo desde hace poco: desde que lo lleva Ana».

«Buen servicio, buen precio y una buena terraza» son los argumentos de Joan para visitar el Roberto «siempre que puedo y la salud me lo permite».

«Charlar con otros amigos que están jubilados y que tienen tiempo» es la razón que esgrime Joaquín respecto a su visita regular al Roberto, que cifra con ironía con un «solo vengo unos pocos días».
«El día que no vengo, se preocupan», asegura Fernando, que es vecino y cliente del establecimiento «desde hace 12 años» y que bromea con que «siempre me tienen que echar; si no, no me voy».

Andrés también es vecino de la zona y presume de veteranía entre la clientela del bar: «Yo estaba antes que Roberto». Andrés se refiere a que «yo le hice la instalación al edificio y conozco a Roberto desde que estaba en el Leopoldo’s». Sin abandonar el tono de humor, el veterano vecino, cliente y amigo del Roberto asegura que sigue visitando prácticamente a diario el bar de su barrio «para tomar el biberón».