Unos viñedos de Formentera recién vendimiados.

La producción de vi de la Terra de Formentera, que gestionan las dos bodegas de la isla, es Cap de Barbaria y Terramoll, se ha visto considerablemente mermada este año por dos cuestiones.

Por un lado, la pertinaz sequía que afecta la isla y por otro el ataque a los racimos por parte de bandadas de palomas torcaces y de perdices que se han comido considerables superficies de viñedo.

PERIODICO de IBIZA Y FORMENTERA visitó esta semana ambas fincas agrícolas y sus encargados coincidieron en los problemas que han afectado no solo a las viñas de estas dos empresas, sino también a las tradicionales que en muchos casos han visto perdida la añada 2014 de vi pagès.

En el caso de la bodega Es Cap de Barbaria, esta trabaja en total 4,5 hectáreas, 1,5 ubicadas en los terrenos de la propia bodega y el resto en fincas ubicadas en Sant Ferrán y Cala Saona.

Según explicó el encargado de esta explotación vitivinícola, Robert Ribas Ferrer, «nosotros tenemos viña de merlot, cabernet sauvignon y otras de monestril, en este último tipo autóctonas de Formentera y este año entre la sequía que está siendo de las peores que se recuerdan tenemos que sumarle el problema de los palomos salvajes y de las perdices que han diezmado, en algunas zonas, un 70 por ciento de la uva, por lo que la producción de este año estimamos se verá reducida en kilos en casi un 50 por ciento con respecto a lo vendimiado en 2013».

4.500 botellas

Esto se traduce en 3.500 kilos de uva este año frente a los casi 7.000 recolectados el año pasado y que en botellas podrán alcanzar las 4.500, mientras que en 2013 rozaron las 9.000, «un volumen que consideramos como normal», señaló Robert Ribas.

Más de lo mismo sucede en la otra punta de la isla, en La Mola, donde se encuentran las instalaciones de la bodega Terramoll.

En este caso el establecimiento triplica las hectáreas de explotación con uvas de las variedades merlot, cabernet sauvignon, malvasía, garnacha blanca, monestril y otras tradicionales de la isla y también se han visto afectados por auténticas bandadas de palomos y de perdices que les han hecho perder una parte importante de la uva a cosechar, sobre todo en aquellas cepas ubicadas a la vera de bosques que se encuentran en áreas protegidas.

Sobre este tema, el enólogo encargado de esta bodega, José Abalde, «este año, en algunas de las parcelas la producción ha bajado un 40 por ciento con respecto a 2013 y en gran parte por la falta de precipitaciones, ya que el año pasado llovió en otoño y en primavera y este año sumando toda la temporada de la uva, y por lo que hemos registrado en La Mola ha llovido una tercera parte de lo viene siendo habitual según los registros de los últimos 10 años».

Los efectos de la persistente sequía que sacude desde hace meses a las Pitiüses se traducen en menos flores y racimos lo que incrementa la graduación alcohólica de los vinos y también su calidad, pero esto no quita que la producción sea menor debido al «ataque» de los pájaros.

Para Abalde, «la propia escasez de lluvias creemos que ha incrementado que estas aves se alimenten de los racimos, incluso verdes, porque tienen sed».

En esta explotación han intentado combatir la presencia de los pájaros con cintas reflectantes, cañones de disparos simulados y otros artilugios, pero no ha habido manera de frenar la invasión y los destrozos.

En Terramoll, si hablamos de botellas, el descenso de la producción de racimos se traducirá en unas 1.000 menos que en 2013, unas 15.000 en total, «pero nos encontramos dentro de los márgenes previstos de producción anual».

Encuentro

Los encargados de las dos bodegas de Formentera coinciden en que es necesario mantener un encuentro con las Consellerías d’Agricultura y de Medi Ambient, en el que también participen los payeses que se dedican a la viña para encontrar una solución al problema de las aves y evitar así las pérdidas en cuanto a producción, porque sino se consigue algún tipo de traba, el problema cada año irá a más, con el perjuicio que esto puede ocasionar a una industria local que, si bien se desarrolla en pequeña escala, obtiene muy buenos resultados en cuanto a la calidad de los caldos.

La bodega de Es Cap comercializa tres tipos de vino, dos tintos, el Es Cap de Barbaria que es el más prestigioso de la casa y que ha obtenido premios internacionales. Es un crianza de 18 meses en barrica y dos años en botella y se vende al consumidor final entre los 28 y los 30 euros, aproximadamente.

El otro caldo tinto que ofrece la empresa, denominado Ophiusa, es un vino más joven con una curación de unos seis meses y cuyo precio de mercado puede alcanzar los 14 euros la botella.

La empresa cuenta además con un blanco joven, etiquetado bajo el nombre de Hippie, fresco y afrutado.
Espumoso

En la cava de Terramoll ya contaban con un par de variedades de vino tinto, con un rosado y con dos blancos diferentes; ahora también han experimentado con un espumoso. En cuanto a los precios, se equiparan a los de la otra bodega de la isla.

Todos los vinos citados están elaborados de forma completamente artesanal y en el caso de ambas bodegas ya se encuentran afianzados en el mercado, tanto local como nacional.