Un usuario gestiona su pasaje en la terminal portuaria de Eivissa.

El efecto de los fuertes vientos y las condiciones adversas del mar para la navegación suelen jugar a veces malas pasadas a los viajeros que nos visitan y acarrean, en más de una ocasión, innumerables inconvenientes para los residentes que cruzan a diario entre las Pitiüses.

Lo cierto es que no resulta extraño para los habitantes insulares, el hecho de tener que afrontar, alguna que otra vez, la situación de verse varados en tierra, sin posibilidad de cruzar entre Eivissa i Formentera y viceversa. La llegada de algún temporal, sobre todo en el período invernal, supone para muchos usuarios la cancelación de sus pasajes en barco. Contrariedad que, a pesar de alterar su quehacer cotidiano entre las islas, todos se esfuerzan por superar con una estoica resignación, no exenta en algunos casos, de grandes dosis de agudo ingenio.

Trabajadores, estudiantes, personas que acuden al médico, a realizar trámites y gestiones administrativas o por asuntos de negocios, entre otras muchas razones, admiten que se han encontrado en un serio aprieto al verse obligados a permanecer en tierra. La consecuente pregunta que se hace uno al instante en su cabeza es: ¿y ahora, qué hago yo? Ante tales circunstancias, los perjuicios para los afectados varían según cada caso y cada persona, aunque anécdotas, hay muchas para contar.

Es el caso de Juan Pedro Ardite, electricista de profesión, que cada día se embarca a primera hora de la mañana rumbo a Formentera para desarrollar allí su jornada laboral. Al preguntarle por esta cuestión, reconoció, efectivamente, que «sé lo que es quedarse sin poder coger el barco por causa del mal tiempo». Y añadió que «normalmente, el primero del día suele salir siempre, aunque después a la hora de volver es posible que te encuentres con que se hayan cancelado todos los barcos». En ese caso, afirmó que «es un mal trago el que hay que pasar cuando te quedas en tierra. A mí no me resulta un inconveniente, ya que la empresa me paga un hostal para poder pasar la noche».

Por su parte, Xan Lodeiro, estudiante, se desplaza desde Formentera para asistir a clases en su centro de enseñanza en Eivissa. «Ya estoy acostumbrado a que puedan pasar esas cosas de vez en cuando. Es lo que tiene vivir en una isla. Al menos los profesores suelen ser bastante comprensivos con nosotros en esos casos», matizó.