«Después de disfrutar de un crucero por Argentina y Chile estaba en Berlín cuando me llamó Margalida Font y me dijo que la presidenta del Govern, Francina Armengol, quiere hablar conmigo y me comunica que me otorgan el premio Ramon Llull, algo que al principio no me lo creía y luego me quedé muy contento y agradecido a todas las personas que pensaron en mí para este galardón». Así recibió la noticia del premio Ramón Llull Francisco Marí Mayans, un formenterés nacido en 1938 en Sant Ferran en una finca de su abuelo donde se encuentra el molino de la zona.

Xicu des Capri, como lo conocen en la isla, dejó la escuela a los 15 años y aprendió el oficio de pescador con su padre. Pero su idea era montar un restaurante y con sus ahorros compró un terreno de 450 metros cuadrados en es Pujols, «a Xumeu de sa Punta por 26.500 pesetas y empecé con muy poquita cosa, lo fuimos mejorando y aumentado en calidad y sigue funcionando gracias a la ayuda de mi mujer y mi hijo».

En ese momento en es Pujols, según explica Xicu, «solo había el restaurante Pinatar que hacía paella los domingos, el Oasis, el Voramar y la fonda Pepe en Sant Ferran».

Un emprendedor

El 30 de mayo de 1963, este emprendedor inaugura el restaurante Capri al que luego añade cinco habitaciones. «En ese momento había poco turismo, cuatro hippies y la gente de la isla y de Eivissa que venían a comer el pescado fresco que preparábamos, y los platos estrella era el peix amb salsa verd y las lentejas que hacía mi madre». Pero no solo de pescado vive el hombre, por lo que Xicu se desplazaba dos o tres veces por semana a Eivissa para comprar carne, huevos, frutas y verduras, «y otra gente me servía de coñac, cerveza, vino, hierbas y refrescos de moda para satisfacer a los clientes».

Con respecto al tipo de turistas, Xicu explica que «en aquella época empezaron a venir algunos alemanes y muchos franceses, que tenían un buen poder adquisitivo al cambio de la peseta y la verdad es que bebían más que comían», comenta entre risas.

Entre las alemanas hubo una que no venía como turista sino como guía de las primeras excursiones, allá por 1965, «se llama Margarette, llevamos juntos 52 años y tuvimos un hijo a los que quiero mucho», asegura.

De la década de los sesenta hasta ahora, Xicu opina sobre los cambios habidos en un una isla cuyo principal «motor» económico es el turismo. «Yo solo puedo comentar como empresario que he sido y como observador que creo que se debería haber regulado un poco mejor, no sé cómo, porque es real que estamos tocando techo con la cantidad de personas que llegan a la isla durante los meses de temporada alta; aunque las políticas en materia turística y medioambiental se han venido desarrollando bien, pero hay que tener en cuenta las carencias de abastecimiento en materias como luz y agua en isla».

El empresario turístico se ‘moja’ también, a la hora de opinar sobre el cambio de la estación marítima de Eivissa a la zona de es Botafoc presentada por la Autoridad Portuària y el Ayuntamiento de Vila: «Creo que hay intereses económicos y políticos en este tema y no es justo que los ciudadanos de Formentera tengan que pagar un incremento en taxis o autobuses para realizar tareas administrativas o sanitarias para las que no nos queda más remedio que llevar a cabo en Eivissa», y añade, «no creo que se atrevan y me parece que esta propuesta está mal hecha y que nos hagan poco caso tampoco está bien ya que llevamos más de medio siglo en el mismo sitio».

Más allá de polémicas, Xicu cuenta que siempre, un poco antes de que empiece la temporada alta, «emigra» a Berlín donde «compramos un pisito con mi mujer y nos encontramos muy bien; a mi edad qué quieres, ¿que aguante la juerga de los más jóvenes?». «He vivido muy bien, amo la isla, pescar y encontrarme con los amigos y disfrutar con la familia», concluye Xicu, que mañana recibirá en Palma el premio Ramon Llull.