El piloto Guillermo Morales y el copiloto Narcís Mila ayudan a los dos trabajadores del Hospital de Formentera a trasladar al helicóptero a una paciente, Rita, de 73 años, que, por problemas cardiacos, ha de ser trasladada a Can Misses. Ángel Crespo, el responsable del 061, habla por teléfono móvil y coordina con la central el traslado de la paciente mientras con la otra mano sujeta el sobre naranja con información sanitaria acerca de la paciente. La pista está a diez metros del hospital, justo enfrente de la entrada principal, y no hace falta movilizar más medios. Hay rapidez y coordinación. Una vez en una camilla habilitada en el helicóptero y controlando las constantes de la paciente, el piloto inicia el despegue. Diez minutos más tarde llega al helipuerto de Can Misses y allí una ambulancia la traslada al hospital de Ibiza. Una situación bien distinta a cuando la pista de aterrizaje estaba en una zona de la Savina. De eso hace diez años. De hecho, el piloto Carlos Díaz de Otazu, responsable de la empresa Babcock MCS España que gestiona el servicio del SAMU 061 de Balears, recuerda lo que ha supuesto el nuevo hospital y su helipuerto. «El cambio fue muy significativo porque antes aterrizaba y despegaba en el puerto de la Savina», dice el piloto. De hecho recuerda que «llegó a llevar a tres embarazadas una noche y ahora dan a luz allí. El helipuerto de Formentera es uno de los mejores que tiene Balears. Está muy bien construido», dice. Y no le falta razón. Can Misses mantiene un helipuerto antiguo y se ha habilitado una zona de acceso a las ambulancias mientras que en Formentera el aparato aterriza y despega frente a la entrada del hospital. «Ha sido una evolución notable», dice. Hace tres años se adquirió un nuevo aparato, el modelo BELL412EP, que es más espacioso con capacidad máxima para tres pacientes siempre y cuando dos vayan sentados. A esto hay que sumar los dos pilotos y el equipo sanitario formado por médico y enfermero. Tiene autonomía para tres horas de vuelo y cuenta con la posibilidad de hacer traslados desde Formentera hasta la Fe de Valencia, que cuenta con la Unidad de Quemados. Durante el año pasado se realizaron 680 traslados de pacientes de Ibiza y Formentera a otros hospitales, un poco menos que los de 2015 en los que se llegaron a 720.

En Formentera se han realizado 1.632 traslados en estos diez años. La actividad es alta y alguno de ellos recuerda que en un turno se han llegado a trasladar a 11 pacientes. Carlos conserva multitud de anécdotas de su trabajo en el que más de una ocasión son de ayuda a familias de vacaciones en la que uno de sus miembros tienen un accidente. «Te pones en su lugar. Imagínate que estás de vacaciones en Formentera y tienes un accidente, no puedes separar a la familia», señala. El helicóptero tiene una zona de almacenaje que sirve como maletero. Además, está preparado para vuelos nocturnos. La Semana Santa pasada realizaron un traslado urgente de una octogenaria que iba con su hija de Formentera a Son Espases. «Era una noche complicada, con tormenta, pero la situación de la mujer lo requería. Ángel Crespo y yo hicimos el servicio», recuerda. Meses después, coincidió en un vuelo de Palma a Ibiza con la hija. «Le pregunté cómo estaba su madre, iba con ella pero no la reconocí. Estaba recuperada. Me alegré mucho porque la señora estaba muy mal y ahora tiene calidad de vida», finaliza.

LA NOTA

«Hay pacientes que se quedan dormidos»

Guillermo Morales está destinado en las Islas desde hace dos años y medio pero tiene experiencia de más de 20 años de vuelo. Conserva muchas anécdotas, como la de un vuelo entre Ceuta y Málaga en el que nació un bebé. «Era un traslado por un parto de riesgo y a los cinco minutos de despegar me preguntó el médico cuánto quedaba, pocos minutos después escuche el llanto de un bebe», recuerda. Con Guillermo a los mandos se pierde el miedo a volar. «Muchas veces van nerviosos cuando se montan pero muchos se tranquilizan y se relajan. La mayoría de las veces cuando llegamos al destino están dormidos los pacientes», dice.