Pep Lluis Ribas, DJ Pharma, fotografiado junto a la iglesia de Sant Francesc.

Nuestra historia empieza un miércoles 28 de julio de 1971. «Nací en Ibiza en lo que llamábamos entonces el ambulatorio. Mi madre rondaba los cuarenta y no era como ahora, que las mujeres a esa edad tienen hijos de normal. Vine de cesárea porque era un poquitín grande y soy medio ibicenco, de Can Portmany de Sant Agustí, aunque también de Santa Eulària y, por supuesto, de Formentera. Mi bisabuelo fue encargado de ses Salines de Formentera, mi abuelo herrero y salinero muriendo muy joven, y mi padre, que también falleció muy joven, también se dedicó a la sal. Yo no he seguido la tradición, soy farmacéutico, y hago arte por el mundo».

Así empieza su historia Pep Lluís Ribas. Un nombre más o menos común que ustedes, habitantes de la paradisíaca Formentera, e incluso ustedes, moradores de la no muy lejana Ibiza, habrán identificado como Dj Pharma. Un hombre de ojos azules, altura no apta para el baloncesto y barba de león zodiacal, que tiene lo que hay que tener para subir a un escenario y hacer vibrar al público con sus mezclas musicales y su extravagante dominio de la escena Flower, que no power, que eso ya lo tienen registrado los de las cerezas.

—¿Por qué música? ¿No se hace suficiente pasta con la farmacia?
—Esto es más pasional. No es una cuestión monetaria, aunque si pagan, mejor. Durante mucho tiempo lo he hecho gratis y aun lo sigo haciendo cuando son colaboraciones para acciones solidarias. De hecho, hace poco hice una colaboración con un vídeo de la organización Juntos y siempre he ayudado en temas sociales. Eso sí, cuando alguien quiere ganar dinero conmigo, yo también he de salir ganando, evidentemente. Como todos también he de trabajar e invertir mi tiempo y todo esto tiene un coste en vestuario, música, auriculares, ordenadores...

—¿Se quedó atrapado en un tiempo y una música o ha experimentado con músicas más modernas?
—Lo que me gusta más pinchar, y esto lo saben muy pocos, es música electrónica. Es verdad que tengo toda la parte de los setenta y ochenta porque es donde me he criado, pero una cosa es hacer solo de dj y otra de dj showman. Si hacemos la segunda, nos vamos a los 70’s-80’s y si es solo dj me gusta pinchar música electrónica y cada vez más techno.

—¿Experimentando,…o es de los que llegan, insertan el pendrive y mueven las manos como haciendo girar los platos?
—(risas) No, no, no, no. Experimentando. Siempre. Hasta tuve una temporada en que pinchaba vinilo pero ahora es muy caro, en muy pocos sitios tienen el equipo adecuado y encima pesan una tonelada. A pesar de ello, la mayoría de discos de vinilo que tengo son de música electrónica. Respeto mucho lo que haga cada uno a la hora de pinchar pero no soy ni David Guetta ni Paris Hilton. Soy más de Richie Hawtin o Sven Väth.

—Aparte de pinchar tiene un componente de hombre espectáculo, ¿Por qué?
—Donde ahora está el café Matinal, cuando yo era pequeño era una mercería que se llamaba Ca Na Galleta donde trabajaba mi hermana. Dicen que con solo un año y medio ya me colocaban encima del mostrador, ponían música y yo ya le daba caña, es decir que ya me viene de lejos. Con tres años y pico, en una gala solidaria para Unicef, me subieron a un escenario y me marqué un tango con una muñeca de plástico o de trapo. De esto ya me vienen flashes, y con 6, 7, 8 años seguí participando en todos estos festivales siempre haciendo coreografías. Después fui a Barcelona por estudios y ya pude explayarme apuntándome a una escuela de danza.

—Así pues, cuenta con tres formaciones como mínimo; farmacéutica, coreografía y musical…
—Sí, también hice algo de música, algo de solfeo, aunque siempre me ha quedado el punto de no tocar un instrumento. Mi tío lo hizo de forma autodidacta con la guitarra, mi padre cantaba y los dos pintaban. En casa siempre ha circulado un aire artístico y quizá la genética me haya llevado hasta aquí.

—En el escenario, ¿nota el chutadón de adrenalina?, ¿Se transforma?
—Absolutamente, es como una recarga de bacterias. Es porque a mí me gusta hacerlo, lo hago y sale bastante bien. Ver a tanta gente delante de ti, con los brazos alzados, da un subidón que te sirve para olvidarte durante unos días de los malos rollos que puedas tener.

—Ahora la pregunta original; ¿Por qué Dj Pharma?
—En una de las primeras flowers que se hicieron aquí, hubo un señor que era concejal de Cultura en aquel momento, Felip Portes. Es un gran amigo y pensó que Dj Pep Lluís para el cartel de fiestas no acababa de sonar muy comercial, y entre él y Miquel Botja de Ibiza tuvieron la ocurrencia de Dj Pharma. Y ahí está, con PH, como Raphael. Porque estéticamente quedaba mejor y la fonética sigue siendo la misma.

—¿Cómo ha de ser la Flower de esta noche?
—La gente busca este ambiente de ponerse flores, gafas grandes, colores, y ropa setentera, pero últimamente está evolucionando un poco. En Formentera yo creo que es una fiesta de verano y, en el caso de Sant Francesc, la plaza crea un ambiente muy particular. Cuando la gente me pregunta cuál es mi Flower preferida, yo digo esta porque es donde me he criado, he jugado de pequeño y conozco todos los rincones. Aparte, la iglesia tiene una presencia muy potente y con las proyecciones de VideoDj Bambú se genera una energía que hace que esta fiesta sea especial. Ver emociones crea energía positiva, y lo que la gente busca es ser feliz. Si durante la fiesta puedo poner algún tema que a alguien le haga sentir feliz, me doy por satisfecho.

—¿La Flower se ha de mantener tal cual o se pueden hacer variaciones?
—Ha de ir evolucionando. El nombre se puede mantener, pero el público va cambiando, se suma gente joven que ya no tiene por qué saber quien compuso un tema de los años setenta, o cual era su sentido en ese momento, pero lo importante es que la gente se lo pase bien.

—Acabemos con un referente de mi escena musical infantil; Horacio Pinchadiscos. ¿No sé si le suena?
—¡¡¡Si!!!, Horacio Pinchadiscos era un monigote que trabajaba con Torrebruno (rie). Su programa se llamaba Dabadabada y lo hacían los sábados por la mañana. Era muy simpático, tipo teleñecos y hasta recuerdo su canción, que no cantaré porqué…

Y ahí yo me arranco con el «tigres, tigres, leones, leones» y Pep Lluís me responde con un «¡Horacio!, ¿Qué, qué, qué? Como te lo montas tíooo» y, por un momento, el Dj farmacéutico y el periodista poeta se tornan dos críos que reviven los tiempos en que la música que se pinchará esta noche sonaba en los 40 principales y otras radio fórmulas que, a día de hoy, empiezan a agobiar un poquitín con tanto ‘despacito’.