Hace años que la serpiente de escalera llegó a Formentera y se estableció, sobre todo, en la parte sur de la Mola. Esta especie, protegida en la Península y sin casi depredadores en las Pitiusas, supuso una pesadilla para la población autóctona de lagartija, que pasó a ser su plato del día preferido. Esta es una de las razones que hicieron que el año pasado se iniciara una campaña de capturas para evitar la proliferación de ofidios que ha tenido continuidad este 2017 con la participación de un técnico que se cuida diariamente del control de las trampas. «Son 204 jaulas que voy controlando en cinco días», dice Edgar Vilamajó, técnico de control de fauna en Formentera. «Cada día empiezo alrededor de las siete de la mañana y hago una ruta para inspeccionar de 30 a 50 trampas por jornada dependiendo de la accesibilidad de las mismas», señala. Desde que se inició la campaña en abril se han capturado unos 820 ejemplares, muy por encima de los 300 del año pasado, aunque también se ha casi triplicado el número de trampas.
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