A falta de los últimos flecos antes de dar por finiquitada la temporada de verano 2017, sí que cabe hacerse eco de cierto ‘run run’ de malestar entre los empresarios del sector turístico de Formentera, ya que si bien la cosa no ha ido mal, más de uno anda inquieto a causa, tal vez, de los síntomas de agotamiento de un actual modelo turístico que si bien hace tímidos gestos hacia el aumento de ‘calidad’, aún se decanta por una ‘cantidad’ que colabora a la masificación, pero no a un mayor beneficio para los negocios.

Para Bartolo Escandell, presidente de la Associació de Concessionaris de Platges de Formentera y titular del quiosco Bartolo, «ha sido una temporada un poco rara ya que no ha acabado de ser tan buena como otros años, aunque tampoco ha sido mala. Ha cambiado un poco el turismo, quizá ha bajado un poco la calidad». Según Escandell, el quid de la cuestión está en el visitante de un solo día, un tipo de turismo que «conlleva que la gente venga en su coche, se traiga su silla, su sombrilla, su picnic, su nevera para beber y entonces, claro, el gasto que hacen es inferior al del visitante de varias jornadas». Alertan, también, del aumento del turismo que mira mucho pero compra más bien poco y es que para comerciantes como José Marcos, artesano de la piel y propietario de la tienda Ishvara de Sant Francesc, más trabajo: «Hemos tenido de trabajar mucho más y poner más esfuerzo para conseguir un volumen de negocio parecido al del año pasado». En opinión de José, los muebles se salvan gracias a la clientela fija. «Me ocupan casi un 60% del negocio y, como esta fracción se ha mantenido, el negocio no se ha resentido. Aún así, he visto que esta temporada ha sido más difícil, incluso semanas de agosto que han fallado. Por lo que sé de otros negocios y restaurantes, ha sido un verano atípico y flojo», asegura este comerciante especializado en calzado y complementos de piel y cuero.

El cliente ‘repetidor’ ha funcionado también en el Hostal Rafalet de es Caló de Sant Agustí donde su director, Bartolo Juan, confiesa que «quizá no haya habido tanta afluencia como los otros años, pero la verdad es que no nos podemos quejar. Los clientes de toda la vida no nos han fallado y después ha habido un poco de todo: francés, italiano, poco alemán y mucho español».

La subida del turismo estatal se ha notado en toda la isla, mientras que ha habido una cierta recesión del italiano y el alemán compensado por un aumento de los visitantes galos, según apuntan empresarios del sector turístico de la pitiusa menor.

Reflexión

Aún es pronto para hacer valoraciones con datos en la mano, pero por las sensaciones experimentadas este verano se impone cierta reflexión: «Llega el momento de ver cómo se gestiona el turismo en la isla», apunta José Marcos. «Creo que es un momento un poco crítico para las islas; sería importante ver un poco el enfoque y el modelo a seguir», precisa este artesano que lleva afincado en Formentera desde los años 80 y cuenta con experiencia suficiente como para saber por dónde van los tiros en el sector turístico.