Dibujando los paisajes de Formentera con uno de los más grandes

Es el segundo año consecutivo que Ferrer consigue traer hasta las Pitiusas a García Sevilla – en 2017 se celebró también durante el mes de octubre en Ibiza – y la iniciativa volvió a resultar todo un éxito con la participación de once pintores llegados desde distintas partes de España.

Según explicó Cristina Ferrer a Periódico de Ibiza y Formentera el conocido paisajista nacido en 1961 en la localidad de Tomelloso, Ciudad Real, llegó un par de días antes de comenzar el curso a Formentera «para elegir el paisaje en el que pintaría su cuadro mientras ofrecía una clase magistral». Precisamente, esta fue la primera parte del curso y durante el proceso «García Sevilla pintó el cuadro al natural, explicó el proceso y no dudó en parar todos los momentos necesarios para responder educadamente a las preguntas de los participantes».
Después, cada uno de los pintores tuvo que reproducir ese mismo paisaje. Siempre bajo la atenta mirada del ciudarrealeño, «su tutela, sus consejos y su buen humor». Incluso, el curso fue tan rodado que los participantes tuvieron tiempo para pintar dos cuadros más «aprovechando que octubre es un mes fantástico porque los colores están mucho más acentuados».

Visita las Pitiusas desde 1993
Fermín García Sevilla es un habitual de las Pitiusas. Lleva viniendo aquí desde 1993 «para pintar su paisaje y realizar apuntes de pequeño formato que le sirven para posteriormente realizar cuadros de tamaño más de grande». Lo hace sobre todo por las mañanas y a los atardeceres y aprovecha «que los contrastes son más violentos que en la península».
Este artista de Tomelloso está considerado el mejor paisajista de la actualidad. Es, además un pintor prolífico con una gran cantidad de obras repartidas en museos e instituciones en toda España, y en colecciones particulares de gran parte de países de Europa, Asia y América. Además, ha realizado numerosas exposiciones individuales, colectivas y certámenes, ha dirigido cursos de pintura y es cofundador del grupo Mancha 10.
Su producción se caracteriza por su interés en plasmar fundamentalmente el paisaje, escenas costumbristas e interiores, por su obsesión por la influencia de la luz y de los efectos que ésta ejerce sobre la naturaleza, y por una obra «honesta, limpia, sin artificios pictóricos y fiel al modelo representado». De hecho, según los expertos, su obra madura puede etiquetarse como «realista y luminista, siempre con una base sólida de dibujo y composición».