Los habitantes de la menor de las Pitiusas volvieron ayer poco a poco a las peluquerías, bares y restaurantes. El ambiente que se respiraba era de normalidad, pero con medidas de prevención.

Si bien durante las últimas décadas el inicio de cualquier mes de mayo suponía para Formentera el punto de partida de cara a una próspera temporada, este año tendrá que conformarse con vivir simplemente una vuelta lo más parecida posible a la normalidad. Pero lejos de ser algo descorazonador, dadas las circunstancias, resulta todo lo contrario.
La pequeña de las Pitiusas, junto a las cuatro Islas Canarias de La Gomera, El Hierro y La Graciosa, fue pionera ayer en iniciar, a diferencia del resto de España, la fase 1 de la desescalada.

Los datos avalan la permisividad del Gobierno del Estado: entre sus poco más de 12.000 habitantes censados actualmente ha habido siete personas contagiadas con coronavirus en total, de las cuales tan solo dos continúan en activo, y una víctima que, pese a la tristeza que todos compartimos, permanecerá en el recuerdo de todos aquellos que conocen bien la isla. Ayer, la buena noticia, la fotografía del día –y posiblemente de lo que llevamos de primavera- era ver disfrutar de Formentera en mayo a los propios habitantes de Formentera. Sin más.

Porque confinarse a finales de invierno y no volver a salir hasta bien entrada la primavera en uno de los paraísos más especiales de nuestro país no ha sido tarea fácil. Aun así, los formenterers lo han conseguido y por eso ayer fue un día de celebración. Contenida, pero al fin y al cabo, una gran celebración.

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Contentas y satisfechas se mostraban las personas que, por fin, pudieron salir a pasear por el campo y a bañarse en las playas. También aquellos y aquellas que retomaban la rutina, pero con un sabor de boca quizás más dulce que en los últimos 50 días. Y es que con un café con leche en el Bar Centro, en el Bon Temps o en la Cafetería San Francisco encarar el día es mucho más fácil.

Pepe, el propietario del histórico local ubicado en la Plaça de la Constitució de Sant Francesc, explicó que, pese a valorar si abrir o no tras conocerse la noticia la semana pasada, finalmente optaron por volver a servir a sus clientes de toda la vida, porque «son los habituales y muchos de ellos han seguido trabajando». «No nos podemos quejar», aseguró al ver los primeros resultados. Eso sí, como el resto de locales de la isla, retomaron la actividad con «mascarillas, guantes, geles para limpiarse las manos o líquidos desinfectantes para mesas y sillas cada vez que se levante un cliente». Todo ello en unas terrazas al 50% que en todo momento estuvieron repletas de clientes. Por su parte, Pilar Torres, panadera de Can Manolo, espera retomar poco a poco su venta habitual, ya que según explicó, las últimas semanas se le disparó la venta de harina, pero no de productos propios. «La gente tiene más tiempo y lo gasta en la cocina», apuntó. Sin embargo, la vuelta a la rutina, parece que implicará, de nuevo que dejemos un poco los fogones de lado.

Del mismo modo, aquellos que han encontrado un talento oculto en sus dotes de peluquería, tienen desde ya la oportunidad de valorar a los verdaderos profesionales, como Mary González. La peluquera afirmó que su lista de espera es «bastante grande» ya que «la gente está muy impaciente». Eso sí, sus clientes deberán llegar de uno en uno y bien protegidos, con mascarilla y con guantes. Del mismo modo actuarán ellas al retocarnos el pelo: protegidas «en todo momento» y limpiando y desinfectando todos los utensilios por cada cliente nuevo.

En clave de humor, ayer Sant Francesc llamó la atención durante gran parte del día porque parecía un plató de televisión, dada la inmensa cantidad de cámaras, fotógrafos, micrófonos y demás herramientas tecnológicas que usamos los que nos dedicamos a esta profesión. Locales, en muchos casos; forasteros en muchos otros. Que no es que los formenterers nos quieran echar, pero si es cierto que si nuestra presencia disminuye significará que las cosas siguen por el buen camino. Significará, en resumen, una vuelta a la normalidad en mayúsculas. Por lo pronto, para que esto ocurra deberán llegar turistas que llenen hoteles. Parece ser que los vecinos baleares podremos ser los primeros afortunados. Luego se abrirán las puertas al resto de compatriotas y finalmente a los de más allá de nuestras fronteras. Mientras tanto, si sirve de consuelo, los formenterers podrán disfrutar más que nunca del calor templado de mayo en su isla.