Las instalaciones, salvo las de fibra óptica, son obsoletas.

En la mañana de ayer los usuarios de fibra óptica de la compañía telefónica Movistar de la isla de Formentera se llevaron un buen susto al ver como una avería generalizada les impedía trabajar usando Internet, con todo lo que ello supone en pleno mes de agosto y en situación de coronavirus.

En pocos minutos corrían varios bulos por la isla: «un barco se ha llevado el cable de la fibra óptica y estamos sin Internet» decía uno. «Ha sido un camión que se ha llevado el poste principal del cable de la fibra», afirmaba otro. Poco a poco, en los bares no se hablaba de otra cosa y como la compañía de mensajería para teléfonos móviles Whatts App seguía funcionando (usan el 4G no la fibra), la noticia se hizo viral en pocos minutos.

Con menos humor se lo tomaron los clientes que hacían largas colas en uno de los supermercados de la isla. «Solo aceptamos efectivo, las tarjetas no funcionan» advertía una de las cajeras generando el consiguiente caos. Mientras, un turista francés que había dejado las bolsas de la compra para ir al cajero, volvía con cara de pocos amigos al comprobar que el cajero no funcionaba.

Finalmente, Movistar explicó a Periódico de Ibiza y Formentera que se trató «de una avería generalizada en Baleares y a las pocas horas el servicio quedó restablecido».

Aquel verano de 2013
Sin embargo, a todo el mundo en Formentera el contratiempo le recordó a aquel verano de 2013 en que la isla quedó «aislada» sin Internet ni teléfono.

Fue un 16 de junio cuando el ancla de un yate cortó el cable submarino y con éste 2.360 líneas de ADSL, las conexiones 3G y todas las conexiones de voz que durante una semana dejaron de funcionar o lo hicieron de forma anómala.

Además, los negocios y particulares que dependen de la telefonía e Internet en Formentera sufren todos los años problemas en el servicio, con la llegada masiva de turistas.

Las instalaciones – exceptuando las nuevas de la fibra óptica – están obsoletas y en muchos casos en mal estado, provocando que el ancho de banda se venga abajo en cuanto se empiezan a compartir fotos en Instagram o Facebook. Por ello, enviar un correo electrónico se puede convertir en una pesadilla.