En la imagen superior, una imagen del yacimiento de la zona des Cap de Barbaria. Sobre estas líneas los trabajos que está llevando a cabo sobre el terreno el equipo de arqueólogos que encabeza el ibicenco Pau Sureda en la segunda fase, donde se supone que vivieron entre 20 y 30 personas sin que hubiera diferencias sociales entre ellos.

Hace casi una década que el doctor en Arqueología ibicenco Pau Sureda, empezó a liderar los trabajos de rastreo de los restos que se han ido encontrando en el poblado prehistórico de Cap de Barbaria II. Y ahora por fin, parece que concluye tanto trabajo.
Por ello, el propio Sureda manifestó esta semana a Periódico de Ibiza y Formentera su satisfacción por llegar y afrontar el último paso de un largo proyecto arqueológico: «Por fin podemos decir que la búsqueda de restos en la zona ya está acabada ahora que están todos en el laboratorio para comenzar con la fase de estudio».

Arqueólogos y casi obreros
Este periódico pudo visitar en primera persona los trabajos. Allí comprobó que más que arqueólogos, los miembros del equipo que encabeza y dirige Pau Sureda, parecían albañiles de un nuevo complejo calcado al que en su día albergó a nuestros ancestros de la Edad de Bronce. Casando piedra con piedra tal y como estaban hace más de 4.000 años. Algo que se debe, según el arqueólogo ibicenco, a que esta fase «consiste fundamentalmente en recolocar las grandes piedras que conformaban la estructura del poblado, para poder preservar el yacimiento para las generaciones futuras».

En este sentido, la intención del Consell de Formentera es que este poblado del Cap de Barbaria sea un museo al aire libre, gracias a un convenio que acaba de firmar la máxima institución insular con el Instituto de las Ciencias del Patrimonio para el que trabaja Pau Sureda.

«Es algo muy importante porque el propósito de este acuerdo es musealizar el yacimiento y para ello está previsto que se diseñen unos paneles de señalización y un recorrido guiado por el interior del poblado para que este pueda ser visitable por residentes, estudiantes y turistas de la mejor forma posible».

Cueva mortuoria en la Mola
Por otro lado, el proyecto Arqueobarbaria incluye también las excavaciones de la Cueva 127 en los acantilados de la Mola. Precisamente ahora se han dado por finalizados los trabajos en la cámara principal de este espacio funerario después de que se encontraran los restos humanos de los tres individuos que fueron inhumados allí y que, según explicó Pau Sureda, «son una mujer joven de entre 25 y 28 años, probablemente un niño y un tercer individuo del que desgraciadamente aún no se ha podido identificar ni el sexo ni la edad que tenía».

Tanto la bajada a la cueva, como el acceso a su interior, son de una dificultad extrema, lo que hace pensar que probablemente se enterraban allí a los seres queridos, para evitar su exhumación o el ataque de animales.

Además, como los muertos no viajaban solos «se han encontrado ajuares con cuencos de cerámica, botones y placas decoradas en huesos».

Reflejo perfecto de la sociedad prehistórica de la isla
Durante la Edad de Bronce antiguo y medio (en torno al 1600-1000 a.C.) la zona de Cap de Barbaria llegó a estar densamente poblada. De la veintena de yacimientos, el II es el más extenso siendo una estructura de planta compleja formada por ámbitos adosados unos a otros y construcciones en forma de círculos, semicírculos, herradura o elipse, dependiendo de si eran habitaciones, áreas de trabajo o espacios para resguardar animales. Gracias a lo encontrado, se ha determinado como vivía la sociedad prehistórica de Formentera ya que estuvo habitado por entre 20 y 30 pobladores sin diferencias de clase entre ellos.