Alex Julià en la vivienda que deberá abandonar el 15 de mayo.

El pasado fin de semana, un tuit del profesor de inglés en Sant Francesc, Alex Julià, se hizo viral, visualizando en las redes un grave problema que se repite cada año y que parece que en los dos últimos se ha agravado aún más: la falta de vivienda para los profesionales de la educación.

Desde hace décadas una especie de ley no escrita, abre un mercado de vivienda para profesores de octubre a mayo. Los meses de fuera de temporada las casas y apartamentos que se alquilan a turistas (no todos ellos legales) pasan a ese nuevo servicio. Pero claro el problema es que el curso empieza a mediados de septiembre y acaba a finales de junio, por tanto hay un par de meses sin cobertura. Todos conocemos en la isla a algún profesor o profesora que ha pasado ese periodo en el sofá de la casa de algún conocido, en algún almacén reconvertido o incluso durmiendo en el coche.

La situación se ha ido agravando al crecer la natalidad y reducir las ratios, lo que hace necesario más personal docente. En el caso de Alex, el maestro mallorquín de 25 años, venía a Formentera para cubrir una baja de un mes, «pero se va a alargar hasta final de curso». El joven tenía apalabrado el estudio en el que vive en Punta Prima hasta el 15 de mayo, fecha en la que el residente del inmueble vuelve para trabajar en la temporada. La nueva situación pone a Julià a buscar vivienda, dándose de bruces con la dramática realidad de la la isla «imposible encontrar nada. Estuve mirando un alojamiento turístico y el mes de junio me pedían 4.200 euros». Ante la desesperada situación, el maestro contactó con la Casa de Colonias que el Govern balear tiene en Formentera, como una solución habitacional para salir del aprieto, junto a otros profesores en la misma situación. Alex explica que «Primero la responsable del equipamiento nos dijo que le parecía una idea genial, pero después la conselleria de educación dijo que era imposible, ya que había un campo de trabajo de niños ibicencos y no podíamos compartir el espacio».

Esta situación deja de nuevo a Alex en la cuerda floja y decide renunciar al trabajo. Cuando lo comunica, los responsables de educación le hacen saber que en tal caso se le aplicará una penalización, por la que en los próximos dos años no podrá optar a una plaza como interino y por tanto no podrá sumar puntos, con los que conseguir el destino finalmente esperado. «De esta manera es imposible que Formentera consolide una plantilla de profesores motivados y que apuesten por afincarse en la isla y crear su familia aquí, ya que es imposible por la situación de la vivienda» explica Alex Julià.

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No es un caso aislado, nos ponemos en contacto con Benjamí Serra, maestro de geografía e historia que con 26 años es profesor novel de la conselleria de educación desde hace 9 meses y está sumando puntos «El año pasado pasé por una circunstancia parecida en Ibiza, donde las cosas no están mucho mejor y después vine 15 días a una sustitución en Formentera y me tuve que hospedar en la Fonda Can Rafal, con lo que tuve que poner dinero de mi bolsillo». Serra tiene ahora un contrato por 3 años en la isla y vino el pasado 20 de septiembre «Tuve que pasar mis primeros días de nuevo en la fonda, que está muy bien, pero sin baño propio ni cocina y finalmente encontré una casa compartida con una compañera a 1.100 euros mensuales, pero debemos marcharnos el 31 de mayo».

Igual de desesperada se muestra Bárbara Tomás, historiadora que está como profesora novel en el IES Marc Ferrer y acaba de entrar en la rueda de interinidad, necesitando sumar puntos para escalar posiciones. «Vine aquí para una sustitución hasta el 5 de abril, pero nada más llegar al instituto me dijeron que con toda seguridad se alargaría hasta final de curso. Tenía vivienda apalabrada hasta el 31 de mayo y me puse muy nerviosa sin saber dónde iba a poder vivir el último mes de trabajo».

Bárbara es consciente de que esta aventura docente en Formentera «me sale a pagar» por la carestía de vida de la isla y el precio de la vivienda, al estar contratada a media jornada, «pero además, saber que estarás un mes sin saber dónde dormir es muy angustiante».

Bárbara tiene claro que «no podemos estar pendientes de la solidaridad de los formenterenses que finalmente nos dejen un sofá para dormir el último mes de clase. Este es un problema que afecta a muchos servidores públicos y la administración debe dar soluciones. El problema es común en todas las islas y no puede pretender la conselleria que pasemos por el tubo y ya está».