Tamara Lizarte en el puesto de los bocadillos del Mercat Vell. | Toni Planells

Uno de los puestos más veteranos del Mercat Vell está regentado por la persona más joven del mercado. Se trata de Tamara Lizarte (Ibiza, 1991), que lleva cerca de una década preparando los bocadillos más tradicionales de Ibiza. Los mismos bocatas que su abuela había venido preparando para varias generaciones de vileros. El puesto sigue igual que las últimas décadas. Unas fotos del Mercat Vell en sus tiempos de esplendor decoran el pequeño puesto acompañadas de un recorte de prensa añejo en el que ya se hablaba de sus bocadillos y una revista de moda en la que aparece una modelo frente el puesto, regentado por quien se encargó de él durante décadas.

¿Desde cuándo lleva en este puesto?
— Desde hace unos seis años o así. Antes lo llevaba mi abuela, que estuvo muchos años aquí.

¿Cómo decidió continuar con el negocio familiar?
— En realidad no lo decidí. Vine un día para aprender, pero ese mismo día mi abuela se cayó y se hizo daño, así que directamente me quedé y aquí sigo. Me quedé aquí fija.

¿Había hecho alguna vez este trabajo?
— Qué va. No lo había hecho nunca; tuve que aprender de golpe.

¿Se imaginaba ese día que vino a cubrir el puesto de su abuela seguir aquí a día de hoy?
— No. Para nada. No me hubiera imaginado nunca que fuera a quedarme.

¿Cómo llegó el primer día?, ¿con ganas?
— Sí, con ganas, pero un poco asustada. Nunca lo había hecho y ocurrió todo muy de repente.

¿Le gustó?
— Sí, al final mira, aquí estoy, tranquilita y ya llevo seis años viviendo de esto y la mar de a gusto... [en ese momento, su vecina de puesto, Pepita, corrige a Tamara: «Son ocho años, no seis, Tamara», con argumentos sólidos y contundentes que hacen recontar a Tamara para acabar rectificando] !Es verdad! son ocho los que llevo en el puesto.

Veo que se le han pasado rápido estos ocho años.
— Pues sí, mucho, ya lo ves.

¿Cuánto tiempo llevaba aquí su abuela?
— No estoy segura, pero más de 30 años por lo menos.

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¿Cuántos bocadillos puede llegar a hacer cada jornada?
— En invierno pocos, 12 o 13 al día, más o menos. En verano podemos llegar a hacer unos 20. Por eso este verano me estoy planteando abrir todo al día, a ver cómo va.

¿Cuál es el bocata estrella?
— El más típico es el de aceitunas, alcaparras y una guindilla. Siempre con el atún de base y las aceitunas deshuesadas siempre. También lo hacemos con alcaparras o con anchoas, pero el más típico es este que te digo.

¿Son los mismos bocatas que preparaba su abuela?
— Sí, exactamente los mismos. No hemos cambiado nada, sigue todo igual, los bocadillos y el puesto.

«Vine un día para aprender, pero ese mismo día mi abuela se cayó y se hizo daño, así que directamente me quedé y aquí sigo»

¿Cuántos se prepara para usted misma?
— [Ríe] La verdad es que ninguno, de tanto hacerlos no me apetece hacérmelo para mi.

Pero seguro que se habrá comido muchos...
— Sí, cuando estaba mi abuela y veníamos a visitarla siempre caía alguno, claro.

¿Qué tal está su abuela?
— Muy bien, está orgullosa de que su nieta continúe en su puesto. Se pensaba que tras tener que dejarlo se perdería su puesto y está muy contenta de que su nieta continúe.

Los tiempos han cambiado mucho en el Mercat Vell desde la época de su abuela, ¿Cómo ve la zona?
— Es un poco complicado porque a la gente le cuesta entrar hasta aquí y pueden estar poco tiempo;lo hemos notado.

¿Qué clientela tiene?
— En invierno la gente del barrio, pero en verano se nota más gente de fuera. En el barrio se nota mucho el respeto que se ganó mi abuela y que también lo he heredado.

¿Cómo ve el futuro del puesto? Es muy joven pero, ¿se ve jubilándose en este puesto?
— La verdad es que aquí soy feliz; estoy a gusto y muy bien, pero no lo sé, esperemos que sí. Si esto (es Mercat Vell) sigue, sí. A no ser que me diera el puntazo, pero lo dudo porque aquí estoy bien.

¿Se imagina dándole el relevo a su nieta algún día?
— [Ríe] Que vértigo, eso no lo sé. Aunque eso significaría que ha ido todo bien durante mucho tiempo.