Ester Torres (Ibiza, 1991) representa la tercera generación tras el mostrador del puesto de verduras, en el Mercat Nou de Vila, que lleva por nombre el apellido de su abuelo materno, fundador de Verduras Boned.

¿Cuánto tiempo lleva en este puesto?
— Trabajando de manera oficial llevaré unos 12 años. De manera no oficial, unos 30.

¿Qué significa eso?
— Es un puesto familiar. Mi madre lleva aquí trabajando toda la vida. El puesto lo abrió mi abuelo. Se puede decir que yo me he criado aquí, en el Mercat Nou. De hecho, cuando nací, mi madre se fue a Can Misses desde aquí.

Representa entonces a la tercera generación.
— Sí, en septiembre hará 42 años que mi abuelo, Toni Boned, fundó la empresa Verduras Boned. Después mi madre, que comenzó con él a los 14 años, cogió el relevo y, como te he dicho, ahora yo llevo unos 12 años con ella.

¿Recuerda anécdotas de su infancia relacionadas con el Mercat Nou?
— Claro. De hecho, me escapaba los sábados por la mañana para venir aquí y ver a mi madre. Mi abuelo, que estaba ya jubilado, se pasaba cada día a controlar que todo fuera bien y los sábados cuando le tocaba estar conmigo yo me escapaba tras el mostrador para estar con ella.

¿Cuando era niña es lo que soñaba ser de mayor?
— No. Yo quería ser peluquera. De hecho, estudié peluquería, luego hice las prácticas y las terminé. Cuando empecé a trabajar me decepcioné mucho con el sueldo, ganaba mucho menos de lo que podía ganar aquí. Así que por mucho que me gustara la peluquería, mi madre necesitaba a alguien que la ayudara y quién mejor que yo. Tenía 18 años y aquí sigo.

¿Le gusta?
— Me encanta. Sobre todo por el trato con la gente. Además, nuestros clientes son de toda la vida. No son clientes; son amigos. La confianza que tenemos va más allá, no es una relación cliente y vendedor, compartimos parte de nuestro día a día. Trabajar en el mercado es mi modo de vida.

¿Se ve jubilándose aquí?
— Sí. Si no puedo hacerlo aquí, en otra frutería. Digamos que me gustaría en la Frutería Ester Torres. En algo que yo misma pueda montar, vamos.

¿Cultivan ustedes mismas el material que vendéis?
— No. Tenemos un terreno pero ya no sembramos. Mi abuelo cuando abrió sí que lo hacía, pero ahora tenemos la suerte de contar con los mejores proveedores de la isla como Armat, de Sant Antoni, o Cristófol, de Sant Rafel. También son de toda la vida.

De cara al futuro, ¿habrá cuarta generación de Verduras Boned?
— Será un poco difícil. En primer lugar porque mi pareja Antonio y yo no tenemos hijos. En segundo lugar porque, seguramente, llevaría a la criatura por otra rama. Es sanitario y seguro que habría algún rifirrafe entre él y yo.

¿Cómo es el día a día de alguien como usted, que lleva un puesto como el suyo en el mercado?
— Lo peor de todo es la hora a la que me levanto, a las cinco y media de la mañana. Da igual que sea verano o invierno, siempre tenemos el mismo horario. Lo bueno es que a las dos del medio día ya he terminado, a no ser que tenga algún pedido o servicio.

¿Ofrecen también el servicio a domicilio?
— En ocasiones sí, a algún barco o a alguna casa particular.

¿Durante la pandemia han ofrecido este servicio?
— Sí, estuvimos llevándoles el material a algunas clientas mayores a sus casas. Pero ahora ya peden venir y volvemos a vernos aquí. ¡Qué alegría!

Usted es joven. ¿Tiene clientela de su edad?
— Empieza a haber mucha. La gente está empezando a saber dónde está el género de calidad, aunque sea un poco más caro que en otros lugares. Cada vez se aprecia más lo que vendemos. Aunque, por precios, no podamos compararnos con las grandes superficies, ellos no pueden competir con la calidad de nuestro producto.

¿Qué futuro le ve al Mercat Nou?
— (Resopla). Un mercado céntrico como este siempre debería funcionar. Me gustaría poder verlo pronto con todas las paradas abiertas.

¿Cuando viaja visita otros mercados?
— Sí, siempre. Cada vez que salimos nos guardamos, como mínimo una mañana, para desayunar en un mercado.

¿Le dan envidia?
— Algunos sí, pero la mayoría no.

¿Cuál es su favorito?
— El Mercat Central de Valencia. Me encanta porque es como el nuestro, pero en grande.

¿Le gusta esta fórmula de mercado en el que los espacios para consumir abundan tanto como los puestos?
— Sí, es el futuro. La gente no cocina y me parece una buena fórmula.