Francisco en el mercadillo hippie de Sant Joan. | Toni Planells

Francisco Mula (Barcelona, 1951) se ha convertido en un personaje clásico en cualquier evento ibicenco, tanto en las discotecas como en los mercadillos hippies que se celebran en Sant Jordi o Sant Joan. Su aspecto de hippie le he llevado a figurar en, por ejemplo, el capítulo de la serie ‘Cuéntame como pasó’ que se desarrolla en la Ibiza de los años 70. Sin embargo, Francisco se instaló en Ibiza en los años 90, décadas después de la época hippie en Ibiza.

— ¿De dónde es usted, Francisco?
— Soy del mundo, pero si te refieres a dónde nací, lo hice en Barcelona.

— ¿Se define usted como hippie?
— Yo me defino como artista, bohemio, soñador, mujeriego, me gusta el vino... como la canción de Julio Iglesias, vamos (ríe). Ahora más en serio, yo me considero artista, pacifista, anarquista o llámalo como quieras. Hippie también por qué no. Pero antes deberíamos aclarar el concepto de lo que es un hippie.

— ¿Y qué es un hippie?
— La gente asocia los hippies a la guerra de Vietnam, cuando los hijos de los ricos venían para acá y les pedían dinero a mamá y papá para estar por aquí haciendo el hippie. Ser hippie es vivir en comuna, una vida de arte, de amor a la naturaleza, con relaciones abiertas, cuidando de los niños entre todos y pasarlo bien. Ser hippie es eso y muchas más cosas. Yo me hice ‘hippie’ (así, entre comillas) en Ibiza, por las drogas y por las mujeres.

— Se define como artista, ¿se formó en alguna escuela?
— Sí, estuve yendo a la escuela Massana en Barcelona. Empecé estudiando procedimientos pictóricos varios para después pasarme a la escultura y acabar haciendo diseño gráfico. Que es lo que más he hecho.

— ¿Trabajó como diseñador gráfico?
— Sí, y de muchas cosas más. He hecho carteles y pósters, pero también escaparates, escenarios, ropa para fiestas, grabados, murales y hasta muñecos para niños. He llegado a trabajar, antes de establecerme en Ibiza, para empresas multinacionales como Club Melià o Ricoh. Pero aquí, en Ibiza, se me conoce más por la percusión en las discotecas, Benirrás y demás. Lo que no se sabe tanto es que escribo poesía, que hago pósters, pintura, escultura, etc.

— ¿Qué tipo de arte produce?
— Siempre hay materiales nuevos para descubrir y transformarlos en arte. Da igual arte figurativo o arte abstracto, lo importante es que sea algo hermoso. Es como con la música: la música clásica es hermosa, igual que los Beatles, incluso la música de las discotecas (aunque es verdad que, a lo mejor, tienes que ir un poco drogado para apreciarla). Cuando se siente es fácil cantar y bailar.

— ¿Cómo llegó a Ibiza por primera vez?
— Fue justo tras casarme, en 1972. Yo tenía a mi novia en Valencia y solo la podía ver un par de veces al mes. Esperamos a que ella cumpliera 18 y, un mes después de cumplirlos, nos casamos (ella ya estaba embarazada). Entonces nos fuimos a Mallorca, pero había un grupo de música muy famoso en esos tiempos, ‘Mi generación’, que les habían contratado para tocar todo el verano en Ibiza. Eran amigos míos. Yo les había hecho el cartel para su gira, y nos propusieron que viniéramos, y así fue. Estuvimos en un dúplex encima de lo que era el As de Copas en esos tiempos.

— ¿Qué Ibiza se encontró?
— Me encontré con una isla muy pequeña, con unas carreteras malísimas y con mujeres vestidas de payesa al lado de turistas vestidas como querían.  Entonces ya vi que, en cuanto a la libertad de la ropa, Ibiza es una maravilla, aquí cada uno se puede vestir como le da la gana y da igual.

— ¿Le cambió la vida conocer esa Ibiza?
— No, yo era un hombre con su mujer, su hijo, su familia y su trabajo. Cuando tienes un hijo debes procurar asegurar una casa y un sueldo para que no falte comida y no falte de nada. La vida da muchos bandazos y, a veces, hace que un artista tenga que dedicarse a otras cosas durante un tiempo. Pero después sigue cambiando y cambiando mil veces. Lo que me cambió la vida para siempre fue, en 1973, conocer en Barcelona al gurú Maharaj Ji. Conocerle transformó mi conciencia, me permitió conocer mi interior y saber lo que es estar en paz. Lo que aprendí me ha servido toda mi vida.

— ¿Cuándo decidió establecerse definitivamente en Ibiza?
— Cuando me separé de la mujer con la que estaba (que era otra), en 1991. Me fui a Madrid a ver a mi maestro, allí me enamoré de una artista que vivía en Ibiza, Mariluz, y me vine a vivir aquí con ella. Recuerdo que uno de los primeros sitios a los que me llevó fue al Croissant Show. Entonces empecé a vivir de verdad lo que es Ibiza, las discotecas y la noche. He pasado mil cosas desde entonces. Descubrí más drogas y me lié con más mujeres.

— ¿De qué ha vivido todo este tiempo en Ibiza?
— Viví de la música, del arte, de alguna herencia y, además, tuve la suerte de tener una novia millonaria alemana, de Colonia, durante mucho tiempo, con la que viví y viajé por todo el mundo. Ahora no tengo casa, ni coche, ni teléfono, ni nada. Ahora la isla entera es mi casa, unas veces duermo aquí, otras veces duermo allá, unas veces me invitan a una casa y me pego una buena ducha y me tiro dos días viendo películas.