Un refugio menor del mundo real

Se trata de jóvenes provenientes de ambientes problemáticos o en situaciones puntuales (así este fin de semana se ha acogido a tres barceloneses que se escaparon de casa y ayer entró un alemán en iguales circunstancias). Por ello se les aparta de su entorno, sin que pierdan totalmente el contacto, a fin de evitar en un futuro la reproducción de las pautas de comportamiento de las que les ha distanciado.

Cinco personas, entre trabajadores sociales y psicólogos -uno de los cuales ejerce de director-, aparte del personal de servicios, se encargan de tutelar y educar a los residentes, los cuales gozan de un régimen abierto en el que disponen de tiempo libre para visitar a familiares y amigos, practicar deporte o dedicarse a sus aficiones favoritas. El horario es estricto, tal y como explica Xavi, uno de los responsables del centro: «Se procura que coman todos juntos, aunque no siempre es posible ya que algunos van a colegios y otros a institutos y no siempre se coincide. Hasta las seis de la tarde no se permiten visitas y a las nueve se cena. Las once es la hora de acostarse excepto los fines de semana que se permite que lo hagan un poco después».