No era martes ni tiempo de Carnaval, pero el esperpento ideado por Valle Inclán en su trilogía situó ayer por la mañana a 105 chavales de Santa Eulària, Santa Maria y Sant Jordi dentro de un contexto imaginario en el que explicar la realidad de una España convulsa y agitada que se trasladó, setenta años después, al escenario de Can Ventosa.

El acontecimiento histórico del levantamiento militar de Primo de Rivera es exagerado hasta la deformidad en las líneas del gallego, englobadas bajo el título de «La hija del capitán». Una obra que ha cobrado vida ahora gracias a la compañía vallisoletana «La Quimera de Plástico», a cargo de Andrés Cienfuegos. El grupo teatral mantiene en los últimos años una trayectoria ligada al dramaturgo de «Luces de Bohemia», y en concreto con este texto desde 1998, gracias al cual han recorrido la mayor parte del país. Nacidos de la fusión del Teatro Independiente y los actores renovados de talleres de institutos pucelanos, han visitado por primera vez una isla «a la que nos encantaría regresar», según palabras de su actual director.

Los jóvenes, pese a la dificultad del texto y al extraño perfil de los personajes, reflejados a través de un espejo deformado que Valle Inclán bautizó como «género estrafalario» y que dibujó en torno al gesto ridículo, captaron el mensaje de una historia que utilizó el autor de las «Sonatas» para narrar con fidelidad los hechos acaecidos antes de la instauración del Directorio Militar.