K enia Vázquez lleva el ritmo del caribe en el cuerpo y en el tono alegre de su voz. Natural de Santiago de Cuba, llegó a Eivissa hace seis meses. Al marcharse de Santiago dejó su trabajo en una de las brigadas del famoso Tropicana: «Vine porque me casé», aclara sin dar más explicaciones. Poco después de llegar a la isla, Kenia ponía un anuncio en el periódico requiriendo bailarines para montar una formación de danza caribeña: «Carisol»: «Se presentaron 17 personas, pero sólo me quedé con tres: Belén Méndez, Milena Rodríguez y Jonathan Alvarez».

Belén -bilbaína de nacimiento- y Milena -natural de Cuba- aseguran que nunca antes habían bailado a nivel profesional. «Yo tenía mi ritmo -explica Belén-. Y lo sabía porque en las discotecas siempre armaba jarana. Siempre me ha gustado bailar, desde niña, pero nunca lo había hecho a nivel profesional, aunque había tomado clases de jazz, claqué y aerobic». Milena, por su parte, asegura que aprendió a bailar «en la calle» y hasta que vio el anuncio nunca se le había ocurrido que podía hacer del baile una profesión.

Ambas aprenden de la mano de Kenia y de Jonathan. Jonathan proviene de la República Dominicana y, como Kenia, hace escasos seis meses que reside en la isla. «En Dominicana yo era decorador hasta que una de las bailarinas más grandes de Santo Domingo, Cecilia Nuñez, se fijó en mí y me empezó a dar clases. Trabajaba en el Tropicalísimo, uno de los mayores espectáculos del Caribe. Posteriormente, entré en el ballet nacional. Desde que llegué a la isla no había vuelto a pensar en bailar, pero conocí a Kenia y... aquí estoy».