Los ibicencos sufrieron anoche las consecuencias del fenómeno meteorológico conocido como «Lluvia de barro». La chapa de los automóviles, el suelo de las terrazas y el asfaltado de las aceras, cambió súbitamente de color, adquiriendo un tono rojizo, en la madrugada del miércoles, debido a un hecho que, aunque no demasiado frecuente, suele producirse siempre que convergen diversos factores climáticos.

Agustín Jansa, director del Centro Meteorológico de les Illes Balears situado en la capital autonómica, explica brevemente en que consiste esta confluencia de condiciones atmosféricas, que se inician cuando «los vientos que soplan en el desierto del Sahara levantan el polvo situado en las capas más finas, elevándolo hasta una altura de 1.500 a 3.000 metros».

La superposición de aire procedente del Mediterráneo y la generación de precipitaciones, conlleva como resultado el suceso que se produjo ayer en Eivissa. No obstante, no se produjo de forma aislada en la isla ya que, tanto Mallorca como Menorca o Formentera sufrieron las mismas incidencias. Pequeñas molestias que, como señala Jansa: «No pasan de ser meros inconvenientes similares a los que puede provocar levantar un poco de tierra en el suelo». Con ello se cierra la veda a posibles especulaciones sobre daños en la agricultura.