Una pareja de 'balladors', vestidos ambos con trajes de 'gonella negra', realizan los movimientos finales de uno de los bailes tradicionales de las Pitiüses. Foto: XICU BUFÍ.

E s probable que el vestido de gonella negra se introdujese en el siglo XVIII en las Pitiüses y es seguro que las ibicencas los vestían en el XVIII. Es la tela de la falda, confeccionada a base de cáñamo y lana negra, la que da nombre al traje. Esta falda se llevaba hasta los pies y plisada, excepto en la parte delantera, cubierta con un delantal muy bordado en su parte superior. El borde interior de la falda también se llevaba bordado en un ribete, denomidado simolsa. En ambos bordados, el del delantal y el de los bajos de la falda, predominaba el color amarillo. Para proteger la parte trasera de la falda, que quedaba a la altura de los talones, se solía llevar cosida una tela blanca. En opinión de Xicu Bufí, responsable de la escuela de Folklore del Patronat de Música «se debía usar tanto para proteger la falda, como para que ésta no les picara en las piernas y tobillos».

La gonella también forma un corpiño que se abrocha en el pecho con varios cordones. Las mangas son siempre postizas - sujetadas con cintas la una a la otra- y adornadas con 24 botones de pic de martell. Los ojales de estos botones también van lujosamente bordados.

Los complementos de este vestido, que se remataba con las clásicas espardenyes, están compuestos por una serie de mantos y de pañuelos. A los hombros, solía llevarse un mantón blanco, «aunque también se han visto de color morado o amarillo», especifica Xicu Bufí.