El Partido Popular de Eivissa y Formentera vive momentos difíciles. Los últimos resultados electorales han sido un duro golpe en un partido acostumbrado a no dar tregua a sus oponentes en lo que a las Pitiüses se refiere. Nadie en la formación quiere hacer declaraciones hasta que se abra el debate interno que algunos consideran que no hay que demorar más tiempo. De hecho, el mutismo del PP le ha convertido en el centro de una espiral que lleva a muchos a querer saber qué está pasando dentro de la hasta ahora «máquina electoral de resultado infalible».

Pues lo cierto es que, de momento, no está pasando gran cosa. Algunos han aprovechado para poner pies en polvorosa (léase, se han ido de vacaciones), otros han desaparecido de la escena pública y, algunos, han reforzado entre sí la incomunicación que ya sufrían desde antes de las elecciones. Es decir, las familias, dentro del PP pitiuso, siguen existiendo. Y todas están más tocadas que nunca.

Los más jóvenes son los únicos que, en estos momentos, parecen estar dispuestos a exigir que la cordura vuelva al partido. Así tienen previsto pedirlo en una comparecencia pública en los próximos días. Consideran que no sirve de nada lamentarse del resultado y que la única solución es ponerse a trabajar. Por ello, exigirán que los programas electorales de las instituciones en las que el PP va a gobernar se cumplan estrictamente y que, donde se tendrán que ocupar los sillones de la oposición, se haga un trabajo serio y digno de convertirse en alternativa. Antes, por supuesto, habrá que poner a cada uno en su sitio y encauzar a un partido que en los últimos meses ha perdido el rumbo y no tiene a nadie que tire claramente de las riendas.

En noviembre se celebrará el congreso del que salgan elegidos los nuevos responsables del PP. Sin embargo, como explican miembros de la formación, no sirve de nada llegar a esa cita sin haberse enfrentado a los problemas. Para entonces, el PP habrá tenido que decidir ya entre renovarse (ahora de verdad) o seguir perdiendo elecciones.