López Zubero versión treinta centímetros y estilo libre. Isaac, Marta y Lucía suman entre los tres menos de 36 meses y ya son auténticos veteranos en el agua. En apenas dos días han conseguido dominar un medio al que, según Eugenio, el monitor encargado de impartir las clases en la piscina municipal de Santa Eulària, «tienen más miedo las madres que los pequeños». La idea es reconciliarles con un estado, el líquido del que disfrutaban en el feto, por lo que cuanto antes se produzca la pacificación, mejor. En este sentido, los seis meses es la etapa más recomendada por los expertos, consejo que parece seguirse a rajatabla en el municipio ibicenco.

Básicamente se trata de que aprendan a relajarse en el agua, ya que la técnica no se aprende «hasta al menos los dos años», tal y como señala el profesor. Para ello se inician con técnicas y juegos en una experiencia que busca acostumbrarlos «a tener la cabeza alta y relajar los músculos para que no se hundan». El truco es muy sencillo: cuanto más tranquilos están, mejor.

Desde el día 28 de junio durante media hora, que comienza puntualmente a las 11.30, varios padres intentan que sus hijos «se defiendan solos» en palabras de Marta, una de las progenitoras que acude con sus retoños puntualmente a la cita. «Aquí no hay sexismos sino facilidades para que les acompañe uno u otro» apunta Juan José Serra, responsable de las instalaciones.