No fueron pocos los lugares de la isla que se vistieron ayer de gala para recibir la jornada más festiva del verano, la Asunción de la Virgen María. Con el objetivo de pasar un día en compañía de los seres queridos y por supuesto de disfrutar de unas horas de descanso, los ciudadanos de Sant Antoni, Cala Llonga, Sant Llorenç participaron masivamente en las fiestas previstas.

Hubo para todas las edades. Cerca de 200 pequeños se divirtieron como nunca en las fiestas anuales de Sant Bartomeu en pleno paseo de Sant Antoni.
«Las criaturas se han desplazado hasta aquí junto a sus padres para pintar camisetas y luego se las podrán llevar a casa. La pintura les enseña a pensar y a desarrollar las ideas que llevan dentro», comentaba Carlos, uno de los pintores que ha organizado la fiesta. Casas, payasos, paisajes, papás y mamás, incluso arte abstracto se podía observar ayer en un desliz de talento infantil. «Qué estás pintando?», preguntaba este redactor, «pues mira esto es la casa donde vivo con mis padres y esto de aquí es mi perro», decía la joven Ana. Más allá una pareja de niños filipinos pintaba en su camiseta, que más tarde regalarían a sus padres, el pueblo donde nacieron: de nombre Napantao.

En Cala Llonga fueron los caballos los protagonistas de la fiesta. Recorrieron tirando carros todas las calles del centro turístico ante curiosos y vecinos que se agolpaban en las aceras para dejar pasar a la procesión ecuestre. Reunidos en una veintena circularon a paso lento al ritmo de tambores y castañuelas de payés. En las fiestas de Sant Llorenç se obsequió a los presentes con un baile payés, organizado por la colla de Sant Miquel y con un repertorio de canción ibicenca a cargpo del mago Alexis. Por la noche los fuegos artificiales en toda la isla brillaron ante la luna.