Es quizá uno de los personajes más conocidos de la isla. Quizá porque también él mismo se ha creado una imagen muy distinta a la que tenía cuando llegó a Eivissa en su velero en 1976. Dice mantener su título de príncipe de Muresanu, que le viene otorgado de parte de sus padres, vinculados a las familias reales rumana y albanesa.

La verdad es que aquellos tiempos bordados de terciopelo rojo, en los que pertenecía a la «jet set» europea han pasado ya para él.
Sergio Ferrero tiene hoy 57 años y se dedica al deporte, concretamente al cuatriatlón. Vive desde 1982 en una casa de Eivissa y todos los días coge su canoa y recorre los mares pitiusos.

Ha pasado a tener una vida más sosegada, sin relacionarse con la nobleza, abandonando a aquellos amigos que le añoraban sólo por su fortuna.
«Ahora soy el presidente de la Federación Internacional de Cuatriatlón, vivo en una casa sencilla, como mucha fruta y me dedico a hacer deporte», asegura.

El cambio vital que ha experimentado Ferrero lo achaca a que en 1982 cruzó el Océano Atlántico en una tabla de «windsurf» y allí «solo con la inmensidad del mar y las estrellas te das cuenta de que el hombre no vale nada y que no vas a cambiar el curso de la historia».

Por esta razón, Ferrero decidió olvidarse de la buena vida y empezó a cuidar su cuerpo y a ponerse en forma. Con su velero surcó los mares de todo el mundo y ahora está concentrado únicamente en la preparación del próximo Campeonato del Mundo de Cuatriatlón que se celebrará en Eivissa el 26 de septiembre. «La vida pasa y sólo queda lo que ha hecho cada persona. Ahora estoy contento conmigo mismo», dice.