CONCHA ALCANTARA A los turcos Ali Kavakci y Ahmet Karayel les acompaña una inmensa tristeza desde hace una semana cuando se enteraron del terremoto. Por razones laborales se encuentran en Eivissa (Ali como jefe de restauración del Club Med y Ahmet, responsable de la cocina del mencionado hotel) y pese a la distancia remota de su país de origen, no han dejado de pensar ni un sólo minuto del día en su país: en la mujer y los dos hijos adolescentes de Ali, que quedaron en su país, o en Mehmet, el hijo de Ahmet que se quedó en Izmir y que desde el seísmo duerme en un coche por temor a una nueva sacudida de la tierra.

Ha sido una auténtica catástrofe que les ha pillado desprevenidos. «En los 50 años de mi vida jamás he oido que pasara algo así en Turquía», apunta Ahmed. «Sentimos pánico y miedo», comentan al relatar los primeros sentimientos que afloraron cuando se enteraron del seísmo, sin saber aún el lugar devastado. Afortunadamente, la ciudad en la que residen, Izmir, queda a 600 kilómetros de la tragedia en la provincia de Izmit pero advierten que se encuentran en el epicentro del terremoto. Ahmed lo pudo comprobar hace un par de días cuando hablaba por teléfono con Mehmet: «Mi hijo notó cuatro movimientos de tierra cuando hablaba conmigo», recuerda Ahmed. Desde el terremoto ha dejado de disfrutar de los paseos en Eivissa, con su mujer Hayriye y su hijo pequeño.

Apenas pueden conciliar el sueño desde la tragedia. Ali sigue por la televisión turca, gracias a una antena parabólica, los acontecimientos que suceden en su país hasta altas horas de la madrugada. «Tienes impotencia y mucha pena porque no puedes hacer nada», confiesa Ali, con un semblante de tristeza. Sin embargo, si hay algo que les ayuda a sobrellevar todo el dolor de su país devastado es la ayuda internacional y, en concreto, la ofrecida por España.