Cinco jóvenes ataviadas con el traje típico de sevillana esperan el inicio del pregón que inauguró ayer la feria andaluza. FOTO: DAVID MARTINEZ

Jose lleva veinte años fuera de Sevilla, su hogar natal. Encontró en Eivissa un lugar de acogida y aquí ha criado a dos hijos , que conservan la alegría, el carácter e incluso el acento, de la región paterna. Los nombres bien podrían ser Rocío o Macarena aunque un corazón agradecido ha dado pie a Nieves y Pep. La feria andaluza les reunió anoche a todos en el mejor de los marcos posibles, junto a cientos de personas en su misma situación, que saben que dos amores pueden ser igual de queridos.

Un único descenso -y bastante halagüeño- el precio de las casetas, contrasta con el aumento en presupuesto, número de casetas y previsión de participantes, además del cambio de ubicación, como las esperanzadoras cifras con las que se ha dado inicio a la presente edición de uno de los eventos del verano ibicenco y que comenzó, tal y como explicaba el alcalde Xico Tarrés: «cuando Enric Mayans era alcalde», y que perdura con mayor fuerza cada año. Atrás queda la polémica suscitada con respeto a su posible omisión por parte del nuevo equipo de gobierno, sospechas que fueron zanjadas rotundamente por el máximo responsable del consistorio municipal durante la presentación a los medios del programa: «No queremos que nadie que viva en la isla renuncie a sus raíces, sino incorporarlas para enriquecernos culturalmente todos». Y cuando la tradición aúna además diversión, en forma de baile, comida, bebida, cante y amigos, parece mejor dejar la añoranza y los recuerdos a un lado para convivir con un presente inmejorable. Tras el tradicional encendido de luces y el pregón que esta ocasión ha corrido a cargo del joven poeta Rubén Tejerina, quedan cuatro jornadas repletas de actuaciones, sevillanas, finos, volantes y faralaes en una muestra sino de lo mejor, si de lo más exportable de la comunidad reflejo de España en el exterior.