Las pistas del aeropuerto de Eivissa registraron ayer mayor volumen de tráfico del habitual. La llegada de un total de trece naves, once como participantes y dos de apoyo, de la décimo cuarta edición de la Vuelta Aérea a la Comunidad Valenciana fue la causa. Con la mala climatología y la avería de una de las avionetas como únicos contratiempos, los aviadores llegaron por cuentagotas a lo largo de toda la mañana procedentes de Albacete, lugar del que partía la segunda etapa que finalizó en Eivissa. «Hemos recorrido unos 420 kilómetros y hemos invertido entre dos horas y cuarto las avionetas más rápidas y tres horas las de menor potencia», informó José Martínez Ibáñez, organizador del evento. «A pesar de la lluvia y la tormenta que hemos cruzado al despegar de Albacete hemos tenido la suerte de volar con el viento de cola a nuestro favor, lo que ha favorecido mucho la travesía», comunicó Martínez.

Con la de ayer la XIV Vuelta Aérea a la Comunidad Valenciana cubría la segunda etapa de un total de tres que comenzó el pasado viernes con el trayecto Valencia-Albacete y que se completa esta mañana con el tramo que une Eivissa con el aeródromo alicantino de Muchamel. El medio centenar de personas que viajaba en las avionetas disfrutó durante su estancia en Eivissa de una visita guiada por Dalt Vila y una cena, todo ello por cortesía del Consell, a la que estaba previsto que asistiese el conseller de Turisme, Josep Marí Ribas. Además de las once naves participantes la expedición se completaba con una nave de apoyo y una aeronave del Ejército en las que viajaban parte de los jueces de la prueba. Las vueltas aéreas como esta, que es una de las cuatro vinculantes para el campeonato de España, puntúa la velocidad, la navegación y el aterrizaje de precisión y gana la tripulación que menos puntos acumula, ya que se cuentan únicamente las penalizaciones.

En cuanto a la velocidad José Martínez explicó que en las pruebas de estas características no gana el que emplee menos tiempo en hacer el trayecto marcado: «A cada avioneta se le da una velocidad media a la que tiene que volar y gana la tripulación que la cumple minuto a minuto, ya que dividen la distancia entre la velocidad y así saben el punto exacto en el que tienen que estar en cada momento», explicó. Además de esta exigencia los jueces reparten una serie de fotografías aéreas de los puntos por los que tiene que volar cada avión y que sirven de guía al piloto, y, finalmente en el aterrizaje de precisión cada aeronave debe posar las ruedas delanteras de la avioneta en la parrilla de aterrizaje, una línea blanca de tres metros de ancho, denominada 'línea de fe'. La avioneta que menos puntos reúna es la que resulta vencedora.