Mateo Hudson es, desde el pasado sábado, Míster Culito 2002. Tiene 22 años, ha trabajado como auxiliar administrativo y como camarero. Y matiza: «He hecho de camarero no sólo para quedar bien con los clientes, o para ligar, sino porque es una profesión que me gusta. Mi padre fue camarero, tuvo el bar Highwayman, en Can Pastilla, donde también he trabajado. Ahora me he tomado un descanso, aunque los domingos estoy en la gala de tarde del Riu».

Es mallorquín de nacimiento, pero inglés según el pasaporte, «ya que mis padres son ingleses, aunque si yo tuviera que participar en algún acto deportivo quisiera hacerlo como mallorquín». No es muy buen lector de libros, tampoco ve mucho la tele, de la que no le gustan los reality show, ni los personajes del colorín -«yo rechazaría ser uno de ellos»-. En cambio es un buen deportista, especialmente de hockey sobre patines, «pues milito en el equipo de Llucmajor» y, por encima de todo, -y a simple vista- parece que una excelente persona. Por lo demás, Mateo tienen novia, «a la que conocí en mis tiempos de camarero», novia que no es celosa, pero que imagino que ahora, tras lo del sábado, y más saliendo varias veces en los papeles y quién sabe si pronto en el programa «El diario de Patricia», algunas se lo van a querer rifar, pero... ¡hasta aquí podíamos llegar! La ilusión de Mateo es ser modelo, «para lo que estoy dispuesto a marcharme a Nueva York, a probar fortuna. Me iría solo, y si fueran bien las cosas llamaría a mi novia. De lo contrario, regresaría a Mallorca. Al menos lo habría probado»

Mateo no se considera ni siquiera guapo, «al menos no me he parado a mirarme», sin embargo con la boca pequeña reconoce que no cae mal entre las chicas, aunque ahora, con novia, suponemos que ya no está libre para ir revoloteado por ahí de una a otra.