El aire de la Isla Blanca se respira en una de las zonas que componen el municipio de Santanyí de la isla de Mallorca desde que, en 1933, el pintor y dibujante ibicenco Josep Costa, Picaro, decidiera iniciar un proceso urbanizador en vistas a convertir aquel lugar en una pintoresca zona residencial de casas se diseñadas al estilo de su isla de origen.

Para ello, Josep Costa realizó un primer plano de la zona dividiéndola en 48 solares de los cuales cedía, por 1.500 ptas, uno en la orilla del mar y tres en segunda línea. Una vez trazado el terreno , invitó a a sus amigos a convertir aquella zona en una urbanización pionera destinada a un turismo de elite, para lo cual, doce fundadores se unieron a su pretención de convertir aquel paraíso en una zona residencial bajo una arquitectura sensible a la estética natural del entorno y de total respeto por el paisaje.

La cala se llamó Cala d'Or, nombre que recordaba a la ibicenca Cala d'Hort, pero que fue modificada a causa del sol áureo que iluminaba con su ocaso aquella parte de Mallorca por lo que le quitaron la 'H', nombrándola Cala d'Or, «cala de oro».

Tratándose -decía Picarol- de un paraíso natural con sus hermosas calas (Cala Gran, Cala Petita, Cala Esmeralda, Cala Ferrera y Cala Serena), fue morada de personajes célebres por su sensibilidad artística. A partir de los años 70 se veía pasear entre sus casas de sabor ibicenco a cantantes como Rita Pavone, Juan Manuel Serrat y Camilo Sexto, además de a escritores y actrices de fama internacional. Surcaba el cielo de Cala d'Or el fotógrafo Planas Montanyà, que desde su helicóptero recogió su estampa mallorquina con aire ibicenco. La coherencia arquitectónica que por aquel entonces era elogiada y estudiada en Eivissa por arquitectos españoles como Josep Maria Sert, Sixte Illecas, Germán Rodríguez Arias y el también arquitecto alemán Erwin Broner, guio a Costa a través del tiempo cuando 20 años después de su fundación regaló uno de los solares con el objetivo de edificar una iglesia que reprodujera a las tradicionales ibicencas, en consonancia con los primeros edificios construidos en Cala d'Or.

Picarol fue un pionero que decidió construir su rincón ibicenco continuando con una línea que sorprendió estos arquitectos para quienes las casas payesas son un ejemplo admirable de adecuación entre el hombre y el medio natural y el modo en que ambos resuelven sus diferencias. L. A.