Las compañías aéreas están cambiando su política de equipaje en este primer trimestre de 2010 y los usuarios pitiusos no se van a librar. Spanair ya cobra desde mediados de enero un suplemento de 70 euros, incluidos los denominados gastos de gestión, por la segunda maleta facturada. Por su parte, Air Nostrum aplicará un sobrecoste de entre 50 y 60 euros a partir del 1 de marzo.
Mientras la franquiciada de Iberia ha hecho pública la medida con antelación, muchos usuarios de Spanair se han encontrado con el cambio tarifario de sorpresa y, sólo ayer (tras unas dos semanas de aplicación de la tasa), la aerolínea informó de su nueva tarificación. La compañía mantiene los 20 kilos de equipaje libres de cargo pero antes podían repartirse en dos bultos y ahora deberán ajustarse en una sola maleta. La tasa de 70 euros será aplicable a las ventas de billete en mostrador, mientras que se reducirá a 50 en las reservas telefónicas y a 25 euros en el caso de compras por internet, informaron fuentes de la compañía.
Reclamación
Pese a que la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ya ha advertido de que el recargo no es aplicable en vuelos adquiridos, en el servicio de atención al cliente de Spanair informa de que, sólo en caso de que el cliente lo reclame, permitirán que se acoja a la tarifa antigua.
Por su parte, Air Nostrum introducirá a partir de marzo un solo cambio. Cobrará de 60 euros (50 euros por Internet) por la segunda maleta. El límite de peso de la primera maleta seguirá siendo de 23 kilos de excederlo, se abonarán 5 euros por cada kilo extra.
La compañía Vueling ya venía aplicando una política de tarifas por equipaje que supone el cobro de 10 euros por maleta y trayecto y sólo Air Europa mantiene su política de precios. El límite seguirá siendo de 23 kilos, divisible en dos bultos. Desde la compañía se asegura que no están previstos en el breve plazo cambios de tipo tarifario.
El cobro de un extra por la segunda maleta facturada es una práctica que llevan a cabo alrededor del 80% de las compañías europeas y, según defienden las empresas, se trata de una manera de reducir el número de bultos y, de esa forma, disminuir el tiempo del avión en tierra y permitiendo más horas de vuelo.