Una de las asistentes a la clase de ayer de pilates, hizo sus ejercicios con un antifaz.

na de las salas de la delegación en Eivissa de la ONCE acoge dos veces por semana clases de pilates para sus trabajadores y afiliados.
Con luz tenue y música suave, Ana Rus, les va indicando cómo deben hacer los ejercicios. «Se trata de un grupo muy heterogéneo, ya que hay gente que está en forma y otros que no», comenta esta profesora que tiene, además de otras titulaciones, un master en deporte adaptado.
«Estoy muy contenta porque a mi edad ya creía que no podía hacer ejercicio», comenta Carmen, de 62 años, al concluir la clase de ayer. Ella, junto a otras nueve personas, entre los que está el delegado territorial de la ONCE, Mariano Torres, acuden a estas sesiones semanales para mantenerse en forma. No todos ellos tienen una discapacidad visual, los hay que tienen algún tipo de disfunción motora y otros, que no tienen ninguna.
«Lo que hago es adaptar los ejercicios de la clase a un handicap, cómo es en este caso la falta de visión», explica Ana Rus. Por ello, todos llevan antifaz, en el caso de que tengan algo de visión, con el objetivo de que se pongan en el lugar de los que no pueden ver y hagan los ejercicios bajo las instrucciones que da Rus, que utiliza ejemplos y explicaciones metafóricas que puedan ser entendidas por todos. Además, como en el caso de Inma, que tiene una discapacidad motora en el tren inferior, la profesora también adapta los ejercicios a su caso concreto.
Al final de la clase, algunos más agotados que otros, se van a casa deseando que llega la próxima sesión.