José Agustín se mostraba tímido. Tanto que no quería despegarse de su mamá. La pequeña Luana, sin embargo, quería empezar la sesión de musicoterapia para jugar con su amigo Jaume, además de con su mamá, que también acudió a la cita con la música, los instrumentos y el ocio del espacio S'illa d'en Robinson. «¿Quién hay ahí detrás? ¡Cucú! ¡Es Jaume!». Así, con el juego de cucú empieza las sesiones Neus Marí Cardona, musicoterapeuta. Mientras tanto, Jaume correteaba como podía para coger la guitarra con la que segundos después Neus empezó a cantar: «En mi cara redondita tengo ojos y nariz y también una boquita para cantar y reír. Con mis ojos veo todo, con mi nariz hago achís y con mis dos orejas te oigo a ti». Y según Neus cantaba, las mamás repasaban con su dedo índice los ojos, la nariz, la boca y las orejas de sus retoños. Este tipo de ejercicios, según explicó la profesional, fomentan los vínculos entre madres e hijos: «El objetivo es reforzar la relación que existe entre ellos a partir de la sonoridad. Para ello hacemos juegos de palmas y cantamos canciones como la de carita para que las mamás toquen a sus hijos. También cantamos otras canciones infantiles y escuchamos música».
Además de beneficiar a los pequeños en su desarrollo, autonomía y capacidades motoras (por ejemplo, mejora la coordinación y fomenta el inicio del uso de lenguaje) este tipo de juegos consigue que las mamás regresen durante un tiempo a la infancia: «Recuerdan canciones que les cantaban a ellas, por ejemplo», puntualiza Neus. Además les ayuda a saber fijar los límites a sus hijos sin tener que llegar a la riña: «La música te orienta y ves que hay otras formas de comunicarte y poner límites a tus hijos».