Caricatura de Fanny Planells, presidenta del Consell Escolar d'Eivissa. | Àlex Fito

Fanny Planells Balanzat es vilera de la periferia, de Can Escandell. A los doce años ya tenía claro que quería estudiar Filología Francesa y así se lo comunicó a su madre. Años más tarde consiguió irse a Barcelona a estudiar: toda una hazaña en aquella época. «Mi abuela estuvo dos semanas muy enfadada», recuerda. Acaba de cumplir 50 años y compagina con buen humor una agenda repleta de actividades: profesora de secundaria del instituto Sant Agustí y presidenta del Consell Escolar d'Eivissa y de la asociación de vecinos de Sant Agustí, además de compartir con su pareja, un agustiner, la crianza de dos hijas.

-¿Está la situación de la educación para echar a correr?
-Siempre nos fijamos en lo que nos falta y nos faltan muchas cosas, pero si lo comparamos cuando yo era pequeña había un instituto en Eivissa y ahora hay diez. La tasa de estudios superiores era ínfima y ha subido. Las posibilidades de hoy en día no tienen nada que ver con las de cuando yo era alumna. Ha cambiado mucho pero tiene que hacerlo mucho más.

-¿Tiene efectividad el Consell Escolar, porque a veces parece que sus propuestas caen en saco roto?
-Espero que no esté demasiado roto (risas). Es verdad que somos un órgano consultivo, no somos la administración, podemos recomendar y pedir, eso lo hacemos. A veces hay resultados positivos rápidos, a veces a medio plazo y otras no lo tienen. Espero que nos escuchen. Muchas de nuestras peticiones han servido para mejorar la educación y esperamos que siga siendo así porque sino no tendría razón de ser. La participación en todos los niveles mejora la calidad.

-Profesora, presidenta de dos colectivos y madre de familia. ¿Le queda tiempo libre?
-(Risas) No demasiado pero me queda. Tengo poco para viajar que me encantaría. Para mí sola me queda poco tiempo, ahora que no me oyen. Tengo pactado con mi marido, que le gusta el futbol y a mí al cine, que yo le doy permiso para el fútbol y él a mi para el cine. Es una de las aficiones que he tratado de mantener. Mis hijas son muy divertidas pero acaparadoras de tiempo y de energía. Cuando llega el verano, después de junio, todo mejora.

-¿Le molesta como mujer que le pregunten cómo concilia su vida laboral con la familiar?
-No me molesta que me lo pregunten. No es fácil conciliarlo. Mi pareja y yo nos complementamos. No discutimos mucho porque yo tengo trabajo en invierno y él en verano. Yo, básicamente de día y, él de noche, en su restaurante.

-Es filóloga francesa y el catalán, su lengua materna, ¿Qué habla en la intimidad?
-Yo hablo ibicenco en la intimidad y en público siempre que puedo. Hay gente que me regaña porque mis hijas no hablan francés. Cuando eran pequeñas les cantaba canciones francesas porque las sabía y me agradaban, pero no es la lengua que me sale del corazón.

-Esta legislatura está trastocada en temas de educación porque no se hacen colegios y encima dimite la anterior delegada. ¿Qué le parece esta situación?
-Hay una cosa que se llama crisis y afecta a todos. También el centralismo afecta. Los prolemas de Sant Joan, Ciutadella y Calvià no tienen nada que ver y eso se tiene que tener en cuenta.

-¿Cómo ve a Laura Carrascosa como delegada?
-Me consta que hace mucho trabajo. No puedo hablar todavía de resultados y espero que consiga lo que quería la anterior delegada, más margen de maniobra.

-¿Los padres se mojan por la educación de sus hijos?
-No siempre, hay algunos que están muy implicados y ayudan mucho a sus hijos y a los de otros.

-¿Siente que no hay un reconocimiento a la labor del profesor?
-No, pero no me preocupa mucho y no es prioritario. Me hace mucha ilusión que mis alumnos de hace diez años y han acabado su carrera me los encuentre por la calle y me cuenten sus méritos profesionales, eso sí me recompensa.

-¿Sabe que en verano despierta la envidia por sus vacaciones?
-No son tan largas. El gremio de hostelería, que hay un porcentaje tan alto en Eivissa, tiene más que nosotros porque la temporada es de tres o cuatro meses y el resto están de vacaciones.