Sant Joan salió en procesión llevado por varios miembros de la Colla.

Fuego era lo que hacía ayer a mediodía en el pueblo de Sant Joan de Labritja, y así se pudo comprobar, no sólo porque los vecinos que aguardaban a que concluyera la misa, se resguardaban de Lorenzo en alguna de las escasas sombras, sino también porque varias mujeres de la Colla de Sant Joan se refrescaban con hermosos abanicos. Con el continuo repicar de las campanas de la iglesia, a la una en punto del mediodía se anunciaba el final de la misa, oficiada por el obispo Vicente Juan Segura, y por los párrocos, Josep Ribas Riera, Vicente Ribas y Miguel Àngel Sánchez, entre otros. Y también el comienzo de la procesión de las imágenes religiosas. Poco a poco, vecinos y fieles fueron abandonando el templo, para encontrarse con que la sombras todavía escaseaban aún más.

Cuando parecía que iba a comenzar el desfile de santos y vírgenes, la comitiva todavía se hizo esperar unos minutos más. Por fin, en la puerta de la iglesia, adornado este año el arco con ramas de buganbillas fucsia, asomaba la cruz y el estandarte de la parroquia seguida de la comitiva procesional. Al salir la comitiva religiosa, uno de los párrocos pegó un inofensivo tropezón con una rampa colocada en la escalinata que tenía como misión facilitar el acceso de personas con algún tipo de dificultad de movilidad. Sin llegar a más, la procesión comenzó en un breve recorrido por la calle principal del pueblo. «Estuve anoche en la fiesta y también en los foguerons, pero de lejos para no quemarme», comentó entre risas el alcalde del municipio, Antoni Marí Carraca. Entre las personalidades políticas que acudieron estaba Xico Tarrés, presidente del Consell d'Eivissa, Josep Marí Ribas 'Agustinet', alcalde de Sant Josep, Josep Sala, alcade de Sant Antoni, y Vicente Marí, alcalde de Santa Eulària, entre otros. Quienes no esperaron para disfrutar del ball pagès, los bunyols y las orelletes.